El año pasado, Microsoft dio todas las razones para que los usuarios comprendieran que Xbox One es “mejor” con Kinect. Ya sea por su interfaz, comandos de voz o funciones extra para los juegos, la empresa afirmaba que el accesorio en cuestión era elemental para completar la experiencia.
Sin embargo, con el lanzamiento de una versión de Xbox One sin Kinect por un precio menor, la empresa también liberó una actualización para todas las consolas. En ella, además de algunas mejoras, se incorpora una característica que permite a los desarrolladores usar 10% más de la capacidad del procesador gráfico.
El acceso a la capacidad extra está reservado para los sistemas que no usen Kinect, pues a pesar de que el sensor de movimiento tiene su propio procesador, al conectarse a Xbox One demanda recursos extra de la consola, lo que reduce su desempeño.
Toda esta información procede de un reporte de Eurogamer, sitio al que Microsoft informó sobre el porcentaje extra de la capacidad gráfica que se puede obtener al no usar Kinect. Además, Phil Spencer, el nuevo líder de Xbox, tuiteó acerca de este cambio:
“El kit de desarrollo de junio para Xbox One da acceso a los desarrolladores a más amplitud del procesador gráfico (GPU). Mejor desempeño, nuevas herramientas y flexibilidad para hacer que los juegos mejoren”.
Esto implica que los creadores de videojuegos tendrán la posibilidad de hacer títulos con mejor desempeño al poder aprovechar esta actualización, lo que al final de cuentas será benéfico para todos los jugadores.
Todo esto pone en debate los beneficios de Kinect. Si bien el sensor agrega funciones únicas a esta consola, también implica un consumo de recursos extra, y mientras que esto podría no ser perceptible por el usuario, sí entra en contraste con los supuestos beneficios y mejora de la experiencia que implica el uso de Kinect.