¿Qué sería de nosotros sin el terror en los videojuegos? ¿Cuál es esa necesidad de pasarla mal durante tanto tiempo y por qué nos encanta? Bien podríamos estar disfrutando de algunos clásicos con Mario Bros que sólo se dedica a matar tortuguitas, pero no.
Amamos estar inmersos en escenarios espeluznantes, con monstruos sanguinarios y complejos que derivan en una latente sed de venganza.
Escenarios de infarto, sonidos asfixiantes, criaturas inimaginables, oscuridad absoluta o trastornos mentales son algunos de los ingredientes que disfrutamos aunque realmente nos hagan sentir mal.
Mientras más terrorífico sea un videojuego, mejor, pero ¿qué hay detrás de ese placer? Hay quienes consideran y argumentan que aquellos que gozan de este género, son almas despiadadas e incomprendidas, pero es mucho más complejo y, simple a la vez, que eso.
El placer detrás del terror
Para comprender este fenómeno, platicamos con Rocío Sarmiento López, psicóloga especializada en biofeedback, quien explicó que es errónea la creencia de que las personas amantes del terror son sádicas.
«El terror nos produce una activación fisiológica que produce adrenalina. La adrenalina activa todo tu cuerpo. La visión, por ejemplo, mejora porque las pupilas se dilatan para ver mejor en la oscuridad. El corazón late más rápido para guiar oxígeno a los músculos y al cerebro para que puedas actuar más rápido. Todo es a través de la segregación de la adrenalina», señaló.
A su vez, Sarmiento explica que la segregación de adrenalina propicia que la sangre se vaya directo a las extremidades; es decir, a pies y manos para tener más fuerza para correr o pegar.
De acuerdo con palabras de la psicóloga, se trata de un miedo ancestral que tenemos y que se activa a través del miedo o el terror. La producción de adrenalina nos hace sentir vivos, bien e intensos. Por eso, la gente se vuelve adicta a esta sensación.
«Es un miedo controlable y por eso nos gusta. Si no quieres ver una escena, te tapas los ojos y ya. Produces adrenalina, pero se te quita. En el momento en que sea demasiado para ti, puedes evitarlo. Nos gusta sentir eso, pero porque está controlado».
A resumidas cuentas, la experta señala que el placer del terror radica en la respuesta fisiológica de nuestra anatomía, siempre y cuando seamos conscientes de que el escenario estará bajo nuestro control. Nos gusta sentirnos en peligro, sin realmente estarlo.