El nuevo Tom Clancy’s Splinter Cell: Blacklist fue desarrollado por Ubisoft Toronto y en una especie de mezcla de todo lo mejor de la serie, se creó un juego excelente que no aburre ni en single player ni en modo cooperativo. Hay tres aspectos clave para separar a este título de sus predecesores: un gameplay de stealth con opciones de cómo completar las misiones, un nivel de detalle muy refinado típico de los materiales de Tom Clancy y un cambio notable –no necesariamente malo– en el protagonista, Sam Fisher. El juego se ve mucho mejor en HD que en una resolución menor, así que conviene tener espacio para instalar la textura en la consola.
La temática de este juego es muy buena porque Ubisoft Toronto logró crear algo que se puede relacionar directamente al el estado actual del mundo y la tecnología. Fourth Echelon es un equipo secreto de la NSA que puede hacer lo que quiera y eso definitivamente trae a la mente toda la información que ha filtrado Edward Snowden, el ahora fugitivo estadounidense que ha sido acogido por Rusia, sobre el supuesto espionaje por parte de la NSA a ciudadanos tanto estadounidenses como internacionales.
Otro detalle muy curioso en el juego que muestra lo actual de la temática es que cuando uno tiene suficiente dinero, es posible comprarle un drone a Sam Fisher para que haga reconocimiento del territorio. Hoy en día ese tema de los drones también es uno muy discutido porque aún no se define qué es ético y qué no con respecto a ellos.
Aunque el juego funciona muy bien al intentar pasar desapercibido, también se puede irrumpir en un lugar y matar a todos, pero al menos desde mi experiencia eso es mucho más complicado, pues un mercenario/terrorista alerta a los demás y llegan varios a atacar a Sam cuando todo eso hubiera podido ser evitado con un sencillo movimiento de esconderse atrás de una caja o una pared.
Cada misión puede completarse de una forma distinta y desde un enfoque diferente, pero la verdad es que conviene escoger un estilo y atenerse a él –sin importar cual sea– durante todo el juego porque las mejoras y gadgets que se elijan pueden ser muy útiles para cierto modo de juego y elevar las probabilidades de tener éxito en las siguientes misiones.
Hay armas letales y armas no letales disponibles en cantidades casi iguales, así que realmente todo depende del jugador y de la idea moral que quiera seguir. Cabe aclarar que mientras menos letales sean las acciones del jugador, más puntos recibirá; el sistema funciona un poco como en Dishonored, aunque en Blacklist las ventajas de no asesinar no son tan evidentes como en el título de Bethesda. Ya que el jugador a obtenido su puntaje, al final de cada misión esos números se vuelven algo así como dinero y con eso es posible hacerle mejoras al traje de Sam, a la base flotante de operaciones Paladin y a todos los gadgets que utiliza el protagonista.
El cambio puede resultar confuso para muchos, pero como el personaje de Sam en sí se ha vuelto más amargado y oscuro hasta cierto punto, el cambio al que hay que acostumbrarse es más algo general que simplemente una modificación a la voz. La decisión final sobre si el cambio gusta o no ya depende de cada jugador, pero la verdad no es algo tan terrible si se considera que para muchos gamers este es el primer Splinter Cell que juegan y que además de eso se trata de una historia distinta en la que desde los primeros minutos ya le han hecho mucho daño personal a Sam Fisher.
Splinter Cell: Blacklist es un buen juego que mezcla mucho lo mejor de todos los títulos anteriores para crear algo más completo y más abierto a las posibilidades y las decisiones que quiera tomar el jugador por su cuenta. Me refiero a que aunque hay un protagonista predefinido, Blacklist tiene tanto en single player y multiplayer una extraña forma de hacer que el jugador de verdad sienta que Sam Fisher es alguien real que le importa. Ubisoft parece tener mucho talento para desarrollar historias y personajes que crean relaciones con los jugadores, pues algo similar sucedió con Altair en Assassin’s Creed.
Como último punto, algo importante y clave sobre este título es que aunque no es el primero de Splinter Cell, funciona como un nuevo inicio para aquellos que todavía no conocían la franquicia. Esto se debe a que Blacklist puede ser entendido igual por un gamer veterano que por un noob que acaba de conocer a Sam Fisher. En términos generales, eso de crear un “nuevo inicio” bien logrado es algo que se ha estado haciendo en el mundo de los videojuegos estos años, seguramente para sumergir a las nuevas generaciones en franquicias ya existentes que todavía pueden generar mucho. Es importante mencionar eso cuando se habla de Splinter Cell: Blacklist porque en este juego ese concepto de un nuevo inicio está muy marcado.