El más grande misterio de la próxima edición del E3 gira en torno no a la posible revelación de alguna nueva consola, ni a la llegada de algún software que cambie la jugada para el resto del año.
No, el más grande misterio es la razón por la que Sony y su PlayStation estarán ausentes de la conferencia más importante del mundo del videojuego.
Las teorías no se hicieron esperar. Comenzó a decirse que Sony simplemente no tendría nuevas apuestas, o que habría preferido evitar desgastes innecesarios para enfocarse en la creación del sucesor del PlayStation 4.
Pero en una reciente entrevista con CNET, el director de Sony Interactive Entertainment, Shawn Layden, reveló que la razón de esta ausencia es el cambio del panorama general del videojuego.
“El mundo ha cambiado, pero el E3 no necesariamente con él”, dijo Layden, quien refirió que el evento fue creado en una era en la que Internet no estaba lista para la mayoría de los consumidores.
Hizo énfasis en que en 1995 la única manera de difundir noticias y estrenos de videojuegos era a través del periodismo especializado que se publicaba en revistas o en los pocos sitios web que existían en ese momento, y que los mismos distribuidores acudían al E3 para enterarse de los títulos venideros que colocarían en los estantes en la temporada navideña.
Pero de acuerdo con Layden, es un pensamiento que ya no opera en 2019, pues el E3 llega demasiado tarde en el año como para que los distribuidores tomen decisiones de adquisición, y el medio de los videojuegos opera en un ciclo similar al de la difusión de noticias.
“Tenemos un evento en febrero llamado Destination PlayStation, en el que traemos a todos los distribuidores y socios third-party para que se enteren de lo que viene en el año. Toman decisiones de adquisición en febrero. Junio es demasiado tarde para estas decisiones que se toman en virtud de la temporada navideña”.
Layden finalizó diciendo que ahora Sony hace menos juegos, pero crea experiencias más grandes cuya producción requiere más tiempo, y que por ello junio es un mes en el que simplemente no hay nada nuevo que se pueda decir.