En 2011 nos encontrábamos en un momento de transición hacia la adopción generalizada del smartphone tal como lo conocemos. iPhone ya llevaba algunos años en el mercado y otros fabricantes comenzaron a incorporar pantalla touch y funciones que marcaban su distancia con respecto a lo que estaba haciendo Apple, tal como ocurrió con Sony Ericsson y su Xperia Play.
La firma japonesa estaba inquieta ante la manera en que las consolas portátiles (su propia PSP incluida) eran desplazadas por los smartphones, pues los usuarios se dieron cuenta de que era posible descargar juegos en sus teléfonos sin necesidad de llevar un dispositivo adicional.
Para atacar este cambio de preferencias Sony Ericsson desarrolló Xperia Play, un teléfono que era ideal para el público gamer, pues su diseño slider hacía que cuando estuviera cerrado se asemejara al Xperia X10 -y en realidad a cualquier smartphone de la época-, pero al deslizarlo se dejaba al descubierto un control adaptado de PlayStation que incluyó pad direccional, los botones cuadro, triángulo, círculo y equis, start, select, L, R y un par de touchpads para hacer las veces de dos sticks.
Xperia Play era un dispositivo Android y corría juegos de PlayStation gracias a que contaba con un software llamado PlayStation Mobile. Sin embargo, los usuarios se dieron cuenta de que en razón del mismo sistema operativo era posible instalar emuladores y por ello es que en este equipo era común jugar títulos de SNES, Game Boy Advance, Nintendo DS y hasta Sega Dreamcast.
El equipo tenía prospectiva y Sony Ericsson había confirmado actualización a Android 4.0; sin embargo, esto nunca ocurrió por problemas de estabilidad que no pudieron resolverse.
Xperia Play no contó con sucesor (aunque se descubrió que sí fue desarrollado y eventualmente cancelado) y la única vía por la que Sony dio seguimiento a la experiencia portátil fue a través de PlayStation Vita.