Después de que el primer Resident Evil irrumpiera en la escena de los videojuegos hace 25 años y la revolucionara con una propuesta que a la postre sería definida como survival horror, hemos sido testigos de una cantidad colosal de secuelas, spin-offs y remakes que le han permitido a la saga moverse a lo largo de distintos géneros, mantenerse vigente y ser la punta de lanza de Capcom, o sea, la franquicia más rentable de la compañía, incluso por encima de Street Fighter y Monster Hunter.

Este surfeo entre géneros ha tenido varias implicaciones, pues, por ejemplo, permitió que Capcom revolucionara de nuevo la industria del videojuego con el lanzamiento de Resident Evil 4, pero provocó que la saga se alejara por completo de su esencia con Resident Evil 5 y, aún más marcado, con Resident Evil 6.

Luego de que Resident Evil 7 fuera un regreso a las raíces de horror de la saga y de que los remakes de Resident Evil 2 y 3 nos recordaran cómo fueron los primeros pasos de la franquicia en el terreno de la acción, Capcom está de vuelta con Resident Evil Village, la octava entrega numerada de esta popular serie que llega precedida de un hype que derivó del atractivo de una de sus figuras antagónicas y de la promesa de que este es el Resident Evil más arriesgado de todos.

Y aunque ponemos en duda que sea tan arriesgado como tanto se dijo, lo que sí podemos adelantar es que Resident Evil Village es una suerte de best of, un reconocimiento a todos los sabores y géneros que la franquicia ha abrazado a lo largo de sus primeros 25 años.

Han pasado tres años de los eventos de Resident Evil 7. Ethan Winters y su esposa Mia viven pacíficamente con su hija Rose, intentando olvidar los aterradores sucesos que vivieron con los Baker. Una noche, un comando armado liderado por Chris Redfield llega a la casa del matrimonio y rapta a la bebé y a Ethan.

Después de perder la consciencia, Ethan despierta en una aldea en la que se presentan sucesos anormales, y tendrá que explorar todas sus regiones y enfrentar a legiones de enemigos para encontrar a su hija y desenterrar un antiguo secreto del que parece no haber escapatoria.

Capcom se ha encargado de adelantar que Resident Evil Village es el resultado de mezclar la propuesta de Resident Evil 4 con el enfoque de Resident Evil 7, y aunque hay mucha verdad en esa aseveración, lo cierto es que el juego es un recordatorio en constante cambio de por qué esta franquicia es tan especial para la industria.

La aproximación más obvia sería decir que el juego es la secuela de Resident Evil 7 tanto en premisa como en mecánicas, pues le da continuidad a la historia de Ethan y retoma la perspectiva en primera persona.

Un ángulo más preciso sería decir que, tal como lo anticipó Capcom, este juego es el resultado de meter en una licuadora a Resident Evil 4 y Resident Evil 7, pues la ubicación de la trama en una aldea, los regresos de un vendedor y de la gestión de inventario, y una inclinación por la repartición de balas, o sea, elementos que caracterizaron a la cuarta entrega numerada de la saga, se unen a la vista subjetiva y a un esquema de control que es prácticamente el mismo de la séptima entrada.

Pero lo correcto sería decir que Resident Evil Village, teniendo como justificación darle seguimiento a la historia de Ethan, es un repaso a los distintos enfoques que la franquicia ha abrazado a lo largo de su historia, y eso es estupendo ahora que nos encontramos en su 25° aniversario.

La aldea del título es un hub que en realidad no es tan extenso y que conecta las cuatro áreas principales que deben explorarse para proseguir en la aventura. Cada área cuenta con su respectivo jefe y conforme se progrese, se tendrán los elementos necesarios para desbloquear la siguiente y así sucesivamente.

En otras palabras, la propuesta no es necesariamente de mundo abierto, pues si bien la aldea o hub tiene sus propias secciones a explorar al margen de las cuatro áreas principales de la historia, al final todo es sistemático y el usuario se queda sin la libertad que se asocia a las propuestas open world.

Sin embargo, la división en áreas principales es el pretexto perfecto de Capcom para dar rienda suelta a varios enfoques, pues entre ellas son reminiscentes a distintas eras de Resident Evil. Por ejemplo, la experiencia en el castillo de Lady Dimitrescu es parecida a Resident Evil 7 y al remake de Resident Evil 2, pues el desarrollo es lúgubre y pausado, es necesario ir y venir entre secciones con nuevos ítems para proseguir, hay resolución de puzzles y la ya icónica mujer, con su imponente estatura, hace las veces de Mr. X llegado cierto punto, paseándose por los pasillos cazando al protagonista.

En esa vena, todo lo relacionado con el personaje Heisenberg es lo que evoca la experiencia Resident Evil 4, pues el uso de armas, las lluvias de balas, las hordas de enemigos y hasta la aparición de adversarios de perfil sci-fi son la constante.

Y es gracias a este barajeo de enfoques que Capcom nos regala lo que para nosotros es, sin lugar a dudas, una de las mejores secuencias de toda la historia de Resident Evil, aquella que tiene lugar en una mansión y que evoca no solo la experiencia del original Resident Evil, sino también la de sagas como Silent Hill, específicamente lo que vimos en P. T., es decir, una sucesión de puzzles, imaginería tétrica y momentos de tensión que, literalmente, hicieron que dejáramos sudado el asiento.

En Village hay reconocimiento hasta para Resident 5 y 6, sobre todo en las últimas porciones del juego y en la manera en que algunas batallas contra jefes llegan a un absurdo que pudiera resultar demasiado incluso para un Resident Evil, pero que al final del día es más que bienvenido.

Pero que quede claro, a pesar de la variedad de enfoques, el gameplay siempre se queda anclado a una visión de Resident Evil 4 + Resident Evil 7, de manera que este juego trae de vuelta la gestión manual de inventario y la mecánica del vendedor para comprarle o venderle.

Para comprarle es necesario recolectar dinero que se obtiene de distintas maneras, desde rompiendo jarrones y cajas hasta matando enemigos, mientras que para venderle lo más recomendable es hacerse de tesoros que luego el vendedor toma a buen precio. De esta manera, habrá dinero para comprar armas y escalarlas, o para comprar mejoras y auxiliares, como más espacio en el inventario o recetas para craftear balas o medkits.

Insistimos, es toda la escuela Resident Evil 4 aplicada a Resident Evil 7, lo que incluso resalta en las dinámicas de combate, como con el botón de defensa que ahora también sirve para hacer un ataque melee que abre un espacio entre protagonista y adversarios, o con la manera en que es posible arrastrar muebles para obstruir puertas y cerrarle el paso a los enemigos.

Incluso el movimiento de Ethan es más fluido y encaminado a la acción. Quienes recuerden Resident Evil 7 sabrán la frustración que provocaban sus movimientos lentos y torpes, pero ahora, dado el perfil con mucha más acción por el que apuesta Resident Evil Village, tenemos una experiencia de control menos rígida, pero sin entrar de lleno a la libertad de movimiento de un first-person shooter.

Y para que nunca quede duda de que este es un Resident Evil, Village tiene algunos de los puzzles más creativos que hemos visto en la última década en la saga, pues no solo requieren observar el entorno y analizar los objetos que se tengan a la mano, sino también jugar con perspectivas e interactuar en interfaces emergentes en busca de detalles que pudieran contener la clave para proseguir. Ojo con el puzzle que involucra a un maniquí, pues en definitiva configura uno de nuestros favoritos del juego.

Desde luego Village es un juego diseñado para fans de las eras más recientes de la saga, ya que la manera en que se conecta con Resident Evil 7 es directa y hace más digeribles los sucesos en pantalla sin necesidad de conectar 25 años de tramas, mientras que las mecánicas de Resident Evil 4 lo instalan en una familiaridad más próxima, pues ese juego está presente hasta en las manchas de las tortillas. Sin embargo, los fans de antaño se alegrarán al saber que, si exploran las fotografías y documentos regados en todo el juego, verán que el argumento está intrínsecamente ligado al mythos general de la franquicia.

Ese sabor de antaño también está presente a través del modo Mercenarios, que hace su triunfal regreso y está disponible una vez que se termina por primera vez el juego. Como es costumbre, es una experiencia arcade en donde lo que importa es exterminar hordas de enemigos y mantenerse con vida a través de los stages que componen cada ronda.

A diferencia de otras ocasiones, este Mercenarios implementa power-ups a través de orbes azules que al destruirlas dan la opción de escoger una de entre tres habilidades, que pueden variar entre mayor daño, mayor velocidad, mayor resistencia, y mucho más.

En cada stage, los usuarios pueden encontrar varias orbes azules y sumar habilidades hasta llegar a una combinación que mejor se ajuste a su estilo de juego. El chiste es acumular puntos liquidando la mayor cantidad posible de enemigos, recolectar dinero, llegar a la meta antes de que acabe el tiempo, comprar o mejorar armas antes de que inicie el siguiente stage, y así sucesivamente hasta que termine la ronda.

Acerca del apartado técnico, debemos puntualizar que Resident Evil Village nuevamente hace gala del motor RE Engine de Capcom y luce mejor que nunca. Revisamos el juego en PlayStation 5 y la experiencia visual es un deleite, apoyada en ray tracing para elevar el nivel de realismo que alcanzan los de por sí complejos ambientes, modelos y texturas cuando se les somete a iluminación dinámica.

Los interiores son los que más se benefician de la tecnología de Capcom y solo hace falta ver la calidad de áreas como el castillo, la mansión o la fábrica para constatar hasta dónde ha llegado la compañía.

El diseño de audio y la banda sonora no son particularmente fuera de serie, pero hay momentos, como en la mansión, en los que explotan y sumergen al usuario en una experiencia aterradora.

Y acerca de los aspectos negativos, podríamos decir que el juego tiene un arranque débil, demasiado parecido en sus primeros momentos a la llegada de Leon a la aldea en Resident Evil 4. Este arranque lento incluso se extiende hasta la conclusión de la primera área del juego. Pero que quede claro, una vez que comienza la jornada hacia la segunda área, Village no da tregua y la experiencia va escalando y muestra sus verdaderas cartas.

Resident Evil Village es un best of de lo que la franquicia ha ofrecido a lo largo de sus 25 años de existencia. Si bien es una amalgama de Resident Evil 4 y 7, Capcom se las ingenió para crear un juego que, dando seguimiento al arco de Ethan Winters y Chris Redfield, expone los enfoques abordados en estas dos décadas y media, desde los puzzles y los aspectos pausados y tétricos, hasta las secuencias de acción disparatada.

Reconocimiento aparte merece Capcom por haber dedicado su campaña publicitaria a solo un aspecto del juego, de hecho el más débil y gratuito, de manera que los usuarios, créannos, no tienen idea de todo lo que contiene esta nueva entrega.

Resident Evil Village definitivamente no es el más arriesgado de la saga como tanto se dijo y como tanto insistieron los avances llenos de cuentos de hadas, hombres lobo y vampiresas. Ese honor le seguirá correspondiendo a Resident Evil 4. Pero es una estupenda entrega que, si bien no es original y tiene un arranque lento, abona al mythos general de la franquicia, complementa lo que vimos en Resident Evil 7, nos sumerge en una experiencia que va de lo aterrador a lo frenético y nos recuerda por qué esta franquicia es responsable de, cuando menos, dos revoluciones en toda la historia de la industria del videojuego.

9.0/10
Resident Evil Village
Año: 2021
Publisher: Capcom
Desarrollador: Capcom
Revisado en: PlayStation 5
También disponible: PlayStation 4, Xbox Series, Xbox One, PC y Stadia