Quienes llevan décadas jugando videojuegos recordarán que a inicios de los dosmiles hubo una fiebre de bullet time que resultó del éxito internacional de The Matrix, una película que a su vez tenía dentro de sus influencias al cine de acción hongkonés.
El bullet time por supuesto llegó a los juegos de inicios de milenio. La secuencia de Conker’s Bad Fur Day en la que se parodiaba a The Matrix es uno de los ejemplos más representativos de la tendencia, pero hubo un título que la tomó como base para su mecánica principal de juego, poniéndola al servicio de un relato neo-noir en deuda con el lenguaje de la novela gráfica.
Ese juego fue Max Payne, la segunda creación de Remedy Entertainment, desarrollador que a la postre entregó otras obras disruptivas en la forma de Alan Wake y Control.
Max Payne nos introdujo al personaje titular, un detective de la Policía de Nueva York que un día llega a casa y encuentra a su esposa e hija bebé asesinadas por un grupo de adictos, lo que lo hace caer en una espiral que eventualmente lo lleva a ser agente encubierto de la DEA.
A propósito de los 20 años que cumple este estupendo juego lanzado en 2001, recordamos cuáles fueron los aspectos que lo hicieron quedarse instalado en el imaginario gamer y por los cuales es considerado uno de los mejores juegos de todos los tiempos.
1. El tono
A pesar de que los juegos violentos de tono sombrío abundan desde los 90, Max Payne elevó la barra al proponer un sórdido relato criminal que se expone a través de viñetas de novela gráfica y de una narración en off inspirada en el film noir, lo que le dio un toque mucho más maduro y realista que el resto de los juegos de la época.
2. La acción
Si bien la mecánica estrella es el bullet time basado en The Matrix, la perspectiva general del gameplay va más en línea con el cine de acción hongkonés, aquel del que cineastas como John Woo y filmes como Hard Boiled llenos de balazos y escoria criminal fueron grandes exponentes.
3. La música
El tema principal es capaz de meterse debajo de la piel, una melodía melancólica que invita al usuario a adentrarse en la mente de su trágico personaje central. Toda la música fue compuesta por Kärtsy Hatakka, integrante de la agrupación finlandesa Waltari.
4. Max Payne
“Un hombre con nada que perder” reza el arte del juego anticipando el tipo de personaje que es Max, un individuo complejo que, como vimos en las dos secuelas, siempre fue perseguido por la tragedia y quien incluso tuvo que lidiar con adicciones por la ruptura emocional que le implicó perder a su esposa y bebé de una manera tan funesta.
5. Remedy y Sam Lake
Remedy se consolidó como un developer que siempre destaca del resto por atreverse a romper esquemas, sea con narrativas thriller como Alan Wake o con amalgamas de sci-fi y fantasía que desafían mentalmente al usuario, como Control.
Y son propuestas en las que se involucra a fondo Sam Lake, director creativo de la compañía, guionista (o co-guionista) de sus títulos más representativos y quien le prestó su apariencia a Max Payne en el juego motivo de estas líneas.