En 1989 Nintendo asestó un golpe definitorio cuyos efectos en el mercado de las consolas portátiles son perceptibles hasta este día, y si eres un tecnorruco a mucha honra sabes de qué estamos hablando.
Fue el año del lanzamiento del primer Game Boy, la segunda consola portátil de la Gran N, pero la primera con la que le ofreció a los consumidores la posibilidad de elegir qué títulos querían jugar (recordemos que los sistemas Game & Watch venían con juegos preinstalados).
El Game Boy llegó en un momento en el que Nintendo ya estaba consolidado en el mercado de las consolas de videojuegos, gracias a la popularidad del Nintendo Entertainment System (NES) y de sagas como Super Mario Bros. y The Legend of Zelda.
Ello le permitió al equipo desarrollador proponer una plataforma que contara con los botones B, A, start y select, así como con un pad direccional, que se asociaban al NES para brindar familiaridad a los consumidores de la marca.
Esa asociación entre hardware, así como el lanzamiento de Super Mario Land, ayudó a robustecer la base de fans del NES que vieron en el Game Boy no solo la vía perfecta para jugar hasta cuando estuvieran en la calle o en el transporte público, sino también de seguir consumiendo las sagas de Nintendo con las que ya habían generado un vínculo.
Esto fue un factor decisivo, porque en realidad el Game Boy era de especificaciones inferiores a la de las consolas portátiles de la cuarta generación, es decir, aquellas con las que le tocó competir, como el Game Gear de Sega, el Lynx de Atari y el TurboExpress de NEC.
Pero además de la extensa variedad de juegos -entre los first party y los desarrollados por terceros-, el Game Boy ofreció algo que ninguna de las consolas portátiles de la competencia presumía: materiales resistentes y un alto rendimiento de la batería.
Al final del día, no importó que el Game Boy no fuera tan poderoso como las plataformas de otras marcas, pues los juegos y las horas de diversión que se le podían exprimir a cuatro pilas doble AA fueron el factor determinante para que la consola se convirtiera en un éxito de ventas y en un auténtico ícono cultural.
*Imágenes: Unocero.