Si ya llevas rato pegándole a los videojuegos, estamos seguros de que uno de los títulos que más disfrutaste en consolas en la transición hacia el nuevo milenio fue Crazy Taxi, un juego que primero llegó a arcadias en 1999 y que después irrumpió con toda su irreverencia en el Dreamcast en 2000.
Y si sí jugaste Crazy Taxi en esa época, déjanos decirte que eres orgullosamente todo un tecnorruco y aquí estamos nosotros para recordarte las razones por las que disfrutaste tanto este título.
1. Su mundo abierto
Antes de que las propuestas de mundo abierto invadieran como plaga el panorama de los videojuegos (¿cuándo acabará), los títulos de esta naturaleza eran pocos y, por lo mismo, únicos.
Aunque en realidad era difícil detenerse a admirar el mundo de Crazy Taxi (dado el frenetismo del juego), la sensación de que tenías una ciudad a tu disposición no tenía comparación.
2. La carrera contra el tiempo
La premisa básica de Crazy Taxi es subir a cuántos pasajeros puedas para llevarlos a sus destinos lo más rápido posible, dentro de un límite general de tiempo que se extiende conforme completas viajes.
Esto hacía que cada sesión de juego estuviera llena de adrenalina, pues la necesidad de hacer más puntos y de extender el tiempo hacía que pisaras el acelerador a fondo y que metieras el taxi hasta en los parques con tal de llegar rápido.
3. Su propuesta arcade
En Crazy Taxi no importa que te estrelles o que pongas a los peatones en peligro, pues el vehículo nunca se daña y las personas siempre se avientan para que no les hagas daño.
En otras palabras, nunca tuviste que preocuparte de situaciones que en los juegos de simulación son importantes, pues aquí la propuesta arcade simplemente le decía “NO” al realismo y por eso te divertiste a raudales.
4. Su soundtrack
Cómo olvidar los finales de los 90 y los inicios de los dosmiles, una época en la que la radio y MTV estaban dominados por el happy punk, un contexto que Crazy Taxi refleja en todo momento.
Porque iniciar una sesión de juego y ser recibido con The Offspring es un gusto que solo tú como tecnorruco pudiste darte hace décadas.