Yo era, hasta hace poco, poseedor de un teléfono de gama media, el cual me lo dieron «gratis» cuando adquirí mi plan de datos. Antes había tenido un teléfono ZTE que resultó un fiasco y que en cuanto pude, me deshice de él. La realidad al respecto me pareció evidente: un teléfono debería hacerte la vida más fácil, no más difícil.
Pero ¿qué significa esto? Es sencillo: si quiero hacer una llamada, que después de marcar, el teléfono busque la comunicación y que no se quede «en el viaje», como me pasaba con el ZTE que por alguna razón tenía dificultades extremas para hacer alguna llamada. O bien, que si entro a Google Maps, la navegación sea al menos relativamente fácil y que no se trabe, o que sea insufriblemente lenta. Claro, para ello hay que tener un plan de datos razonablemente rápido, pero hoy la oferta en este sentido es enorme.
Un teléfono de gama media, como el que tenía, hacía la tarea con bastante soltura, aunque tenía algunos problemas, como por ejemplo, el hecho de que sólo traía 8 GB de memoria de almacenamiento. La siguiente versión del mismo teléfono que tuve ya venía con 16 GB y me parece que ya entonces la dificultades anteriores desaparecían. Además, tenía su ranura MicroSD por si le quería poner más memoria.
Pero he aquí que me regalaron un teléfono de gama alta, uno que cuesta unos 15 mil pesos, que en esencia parecía tener todo multiplicado por un factor entero mayor que 4 por lo bajo, lo que lo hacía bastante más aceptable. Cuando lo eché a andar, me di cuenta la razón por la cual costaba lo que costaba. La navegación es mucho mejor, más ágil. Todo parece ir más rápido. Sobre la pantalla debo reconocer que se ve mejor pero la de mi teléfono anterior no puedo decir siquiera que se veía mal. Vamos, que quizás el teléfono más costoso es más luminoso, con más resolución, pero contra el anterior teléfono, tampoco es algo que se vea sorprendentemente mejor.
Sí, en memoria de almacenamiento tengo mucho más y la realidad es que me asombró que tiene 8 núcleos, corriendo a unos 2 GHz, dependiendo de la carga que le meta el software al dispositivo. Esto ya compite contra una PC de escritorio, lo que significa que ya en mi bolsillo tengo el poder que antes ocupaba un escritorio completo. Me es claro pues que es una pieza de ingeniería notable. Por ejemplo, navegar entre las fotos es muy rápido y los gestos textuales son casi instantáneos. Tiene dos cámaras y graba incluso en 4K (aunque no se tenga dónde transmitir a esa resolución). Vamos, ya entendí que un teléfono más costoso hace las cosas más sencillas al usuario, está mucho mejor diseñado y entonces cumple con su cometido.
Hay sin embargo, cosas que no me parecen imprescindibles: el sensor de huella digital, el del reconocimiento por iris o simplemente el que requiere de una clave numérica para entrar. Digamos que es el valor agregado que se le puede dar al dispositivo que finalmente tiene que justificar lo que cuesta. Habrá quien considere fundamentales estas opciones de seguridad, pero en mi caso, y es que estoy hablando de mi experiencia, no me parecen tan necesarias como para sufrir si no se incluyen.
Hay que decir que mis necesidades de comunicación móvil estaban realmente satisfechas con mi teléfono de gama media pero nunca está de más tener un equipo costoso, sobre todo si es gratis. Lo interesante al final del día es que es un gran teléfono con Android y que la verdad, no necesito del logo de la manzanita para sentirme con un buen equipo. Vamos, pienso que compite sin menoscabo frente al mejor teléfono que pueda presentar Apple. Y sí, la diferencia entre gama media y alta se refleja en el precio, pero las prestaciones de estos teléfonos, al menos por la primera experiencia que he tenido, los vale.
Pero ¿qué piensan los lectores binarios de unocero?