Los teléfonos que llamamos “inteligentes” hacen mucho más que llamadas telefónicas. Son agenda, calculadora, calendario, cuadernito de notas breves, acceso a Internet (por ejemplo las redes sociales, la navegación por la red, juegos, videos, etcétera). Por ello reemplazaron a los asistentes electrónicos como la Palm, que quizás no vislumbró el futuro a tiempo y terminó vendiéndose a Hewlett-Packard. Tal vez pudiese haber sido líder de este mercado de la telefonía celular, pero algo pasó, algo hicieron mal y se vino abajo. Y que conste, su sistema operativo móvil webOS pudo haberlos salvado pero de nuevo, algo no salió como se esperaba y la empresa finalmente ha desaparecido.
El modelo del iPhone cambió radicalmente la idea del uso del teléfono móvil. Sí, Blackberry, líder del mercado por algunos años, tenía unas apps que permitía comunicarse con otros usuarios de ese sistema y parece ser que esto bastaba para mantenerlos en la cima. Nadie parecía necesitar más. Pero aquí no hay que dormirse nunca y de pronto el revolucionario iPhone hizo su presentación al mundo, con un modelo de negocios basado en aplicaciones que podían descargarse de manera inmediata de la tienda virtual de dicha empresa. La gente de Apple abrió su negocio a los desarrolladores, los cuales han logrado crear para esa plataforma miles y miles de apps que hacen un sinfín de pequeñas tareas. ¿Eres fotógrafo? hay N posibilidades de mejorar las fotos tomadas con el teléfono usando diversas apps, gratuitas y de paga. ¿Juegas al ajedrez? Hallarás decenas de programas que retan al mejor jugador del mundo casi sin pestañear. Es notable el mundo que nos ha tocado vivir. Y esto puede decirse para cada tema.
Android (Google), al ver el éxito de iPhone, buscó ser competencia y se hizo de un desarrollo de un sistema operativo móvil, el cual empieza a quedarse con un gran mercado. Android es abierto, de código libre y por ende, algunos fabricantes han decidido que es la opción para sus teléfonos. Google tiene -al igual que Apple- una tienda de apps que quizás sea menos extensa que la de iOS de Apple, pero que poco a poco va ganando terreno. En este sentido, Apple está repitiendo su historia con sus Macs y OS X: sistemas cerrados, propietarios contra sistemas abiertos (como la PC en el caso de ese tema). Al final del día hallamos que Apple tiene poca participación en computadoras de escritorio y Windows tiene más del 90%. Esto podría pasar entre Apple y Android ahora.
Pero todo esto me hace pensar ¿quién necesita tantas apps para poder usar su teléfono? Es claro que siempre es una buena idea tener más programas que hagan más cosas por nosotros, pero la realidad es que quizás estamos sobrecargados de apps que de plano tienen poco sentido. Por ejemplo, una de las primeras apps que vi en Android es la de una simulación de un vaso de cerveza que se va vaciando cuando simulamos “beber” del teléfono. Está simpático, muy bien programado, pero después de mostrar la app a los amigos terminará por aburrirnos. Juegos quizás podemos tener cientos, por decir lo poco, pero ¿cuánto tiempo de verdad podremos jugar con el teléfono? Quizás en algún largo viaje pero eso implica tener manera de poder recargar el teléfono ¿no? Entonces, como que usar el teléfono para jugar no es la mejor experiencia, aunque puede “salvar” un mal día.
Veo mi teléfono (un Samsung con Android) y observo que tengo unas 45 apps en total. Algunas me las incluyó Telcel y otras las descargué yo. Seré sincero: no las uso todas ni todo el tiempo… Y entonces me pregunto y les pregunto, lectores y lectoras de unocero, ¿cuántas apps son necesarias? ¿cuántas son demasiadas? ¿cuántas son tener por tener? ¿Cuáles son las necesarias? ¿De cuáles se puede prescindir?