Este fin de semana tuve que ir a Cholula, y estando ahí, tenía que estar en un sitio llamado «Sala Forum» (espacio polivalente), para escuchar una conferencia. No conozco mucho Cholula y la primera opción era, desde luego, usar un taxi. Vi uno y lo detuve, indicándole a la dirección a la que tenía que ir. El taxista no estaba seguro, por lo que le dije, «tengo aquí mi GPS y éste nos puede dar las indicaciones». El taxista conocía de esta tecnología y tomamos rumbo.
Si alguno de ustedes ha usado un GPS (Global Positioning System), habrá notado que -desde el teléfono- el sistema le dice incluso vía voz qué rumbo tomar, dando señales específicas en distancias, en metros si estamos en países donde se usa el sistema métrico decimal, hasta llevarnos a nuestro destino. De verdad, parece magia. En mi opinión, esta es una de las aplicaciones más ingeniosas que tenemos ya accesibles, pero ¿cómo funciona?
El sistema de posicionamiento global permite, de hecho, determinar la posición de un objeto, sea una cosa, un vehículo, una persona, en todo el mundo, con una precisión de centímetros en algunos casos. Sin embargo, para las aplicaciones civiles, la precisión es de metros realmente. Nació como una aplicación militar en los Estados Unidos, desarrollada por el Departamento de Defensa de ese país. El sistema GPS funciona gracias a 24 satélites que saben la posición de un objeto por triangulación, es decir, usa más de un satélite para ubicar la posición de un objeto, de hecho, mínimo tres de ellos.
La red de 24 satélites gira en órbita sobre la Tierra, a una distancia de 20,200 kms de altura, con trayectorias sincronizadas que cubren toda la superficie del planeta. Cuando se necesita conocer la posición de un objeto, se utilizan tres satélites mínimo, los cuales reciben del teléfono celular o del dispositivo GPS, la señal que lo identifica, así como la hora. Con estas señales, el sistema calcula entonces el tiempo que tardan las señales en llegar y de este modo sabe la posición del objeto.
Sin embargo, esto no es suficiente para que una aplicación como la que usamos en el teléfono, funcione. Se necesita tener alimentados los mapas de las ciudades, de las calles, para así poder brindar la información pertinente. Dicho de otra manera, una aplicación de GPS reconoce la posición en latitud y longitud, y hace su equivalente con respecto a un mapa el cual conoce de nombres de calles, avenidas, comercios, sitios de interés, etcétera. Se dice fácil, pero hay mucha ciencia detrás de un sistema de esta naturaleza.
No es magia, pero como habría dicho Arthur C. Clarke, en su llamada «tercera ley de Clarke»: ‘Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia’.
Referencias: