Tero Karppi es profesor asistente de la Universidad de Toronto, especialista en redes sociales y en su nuevo libro: «Disconnect: Facebook’s Affective Bonds», explora los retos que enfrentan los usuarios cuando tratan de desactivar sus cuentas de Facebook y del cómo las empresas que dirigen estas redes buscan mantener a los usuarios conectados por lo que tal vez estamos perdiendo el control sobre nuestras vidas digitales.
Karppi inició esta investigación en su país natal, Finlandia, en donde la población involucrada con la tecnología empezó a usar rápidamente Facebook, alrededor del 2010. «Pronto se convirtió en todo un fenómeno y se expandió rápidamente», dice Karppi, quien fue de los primeros que usaron la plataforma social para estar en contacto con amigos, parientes y colegas. «Fue un fenómeno interesante por la rapidez con la que creció», indica.
Pero Karppi también notó que cada vez se estaba volviendo más difícil el decir adiós a la red social. Los artistas europeos empezaron un proyecto que llamaron «Salte de Facebook», cuando al mismo tiempo las personas intentaban dejar de distraerse en la red social de sus actividades cotidianas.
Karppi dice que la desactivación de Facebook se hizo mayor por la preocupación de los usuarios sobre la privacidad y el uso de los datos de las personas. La campaña «#DeleteFacebook (Borra Facebook) se convirtió en tendencia en la crisis de Cambridge Analytica, indicó el profesor, y el hecho de que 50 millones de cuentas quedaran expuestas hizo re-pensar a los usuarios acerca de la conectividad.
Obviamente, de acuerdo con Karppi, la posible desconexión de los usuarios de la red social la tomó Facebook como una amenaza real y por ende, han estado buscando cómo mantener a los usuarios conectados. «Por ejemplo, ponen en las fotografías de los amigos mensajes como ‘esta persona te extrañará si te vas'». Todo esto puede hacer más difícil la decisión de dejar las redes sociales. Karppi indica que quienes se desconectan no soportan esto por mucho tiempo y regresan a Facebook.
De acuerdo con el investigador, una combinación de factores de la plataforma hacen irresistible su presencia: «Esto incluye el involucrar el contenido que captura la atención del usuario y el hecho de que estamos rodeados en una red de amigos y seguidores. Se vuelve un hábito y parte de la vida diaria. Ya no es opcional y no es algo que la gente empieza a hacer deliberadamente», dice Karppi.
Karppi ha incluido además una nueva idea para un proyecto mostrando ver qué pasa con los perfiles de los usuarios en Facebook. «Tenemos que todos le dan «me gusta» a las fotos de otros y de pronto ya hay 2 mil millones de usuarios. ¿Y ahora qué hacer con ellos? Las redes sociales son parte de nuestras vidas y necesitamos entender cómo funcionan, quiénes se benefician de esto y qué clase de futuro queremos. Tal vez tengamos la esperanza de influir en el ámbito de dichas redes».
Karppi, por ejemplo, en un interesante esfuerzo persona, se mantiene activo en Facebook, pero ha quitado las notificaciones de su teléfono en un afán de al menos, de forma ilusoria, sentir que sigue teniendo el control.