Odio los spoilers, en serio. Tanto que tengo medidas de seguridad para evitarlos.
No sigo o leo a personas que acostumbren hacerlos. Si hay una película importante que acaba de salir y aún no la he visto, navego incluso menos por redes sociales.
Y, como último recurso, si me encuentro frente a un spoiler inminente, ya sea en un video o en una plática, cierro los ojos, muevo mucho la cabeza y empiezo a decir palabras al azar para concentrar mi atención fuera de lo que escucho (es mi equivalente a taparme los oídos y gritar:¡Lalalala!)
¿Que a qué viene todo esto? Descuida, te prometo que tendrá sentido.
Siempre he dicho que prefiero las consolas de Playstation principalmente por el diseño de su control; lo puedo acomodar bien en mi sillón, manejar el joystick izquierdo con la esquina superior izquierda de la planta del pie y presionar los cuatro botones importantes con el dedo chico del mismo.
Ahora que lo pienso: ¿manejo el control o lo… “pienejo”? El punto es que esto sólo fue mejorando del Playstation 1 al Playstation 3, con controles cada vez más resistentes, aunque aun así rompí unos cuantos joysticks.
Pero todo cambió cuando la nación del fuego atacó. Digo, cuando llegó el Playstation 4 e hizo un rediseño significativo su control.
Para empezar, físicamente es ligeramente diferente, con las agarraderas un poco más largas y robustas, lo cual hace que al ponerlo en mi sillón ya no se acomode como antes.
Pero dicen que a todo se puede acostumbrar uno menos al hambre, así que vayamos a lo importante.
El Dualshock 4 eliminó los botones Select y Start para incluir una enorme —e innecesaria— zona táctil, acompañada en sus esquinas por una especie de microbotones de Share y Options, ¡los cuales son casi imposibles de presionar con un pie!
En conjunto, todo esto me ha llevado a descomponer varios cables USB. Pero no nos olvidemos de esa, literalmente, gran zona táctil que también es un botón en sí, lo que hace que a cada rato la presione por accidente y, tomando como ejemplo los juegos de Pro Evolution Soccer, la cámara cambie de enfocar el balón a enfocar a mi jugador.
Vaya, en resumen, con este control simplemente ya no puedo jugar como antes. Es más, he usado mi Playstation 4 muchísimo más para ver YouTube y Netflix que para divertirme con videojuegos.
Pero estoy hablando de una consola que salió en el 2013, cuando ni por asomo la accesibilidad e inclusión era un tema relevante, por ello nadie siquiera se fijó en esos detalles.
Es aquí donde entra la pregunta que da título a esta nota. ¿Hasta cuándo la tecnología podrá seguir avanzando sin tomar en cuenta a las personas con discapacidad?
Viendo los avances en la accesibilidad que ya han hecho empresas tan grandes como Microsoft y Uber, por poner un ejemplo, me gusta pensar que no por mucho tiempo; que cada vez menos compañías podrán avanzar tapándose los oídos y gritando “LALALALALALALALA” cuando se hable del tema de la accesibilidad e inclusión.
No sé si peco de inocente u optimista, pero me gusta creer que dentro de pocos años las personas con discapacidad podremos vivir tan plenamente como los demás, siendo esta la norma y no la excepción.
Adrián Ponce, autor del libro «Detrás de las ruedas» (escrito con dedicación, sudor del pie y muchas ganas de cambiar al mundo), es un gamer apasionado con parálisis cerebral. Síguelo en YouTube, Twitter y Facebook.