Por muchos años, desde que Internet se volvió el depósito de los contenidos digitales (ayudado por el cómputo moderno), prácticamente cualquier información está disponible sin costo y por ende, ha puesto un riesgo constante a los contenidos protegidos por los derechos de autor.
Esta problemática no viene de Internet, sino de cuando los contenidos digitales pudieron ser almacenados en diversos dispositivos como discos compactos, DVDs, memorias USB, cintas magnéticas, discos duros, etcétera.
De hecho, si nos fijamos un poco, veremos que ya prácticamente los DVDs y CDs de datos desaparecieron del mercado. Hoy todo se guarda en medios magnéticos que bien son los discos duros y la nube.
Un poco de historia
Desde hace muchos años, la industria del cómputo ha luchado contra la piratería. Vamos, hasta Bill Gates, en sus primeros años con Microsoft (1976), escribió una carta abierta sobre el problema de compartir el software entre los aficionados -en ese entonces- a las nacientes computadoras caseras.
Desde luego que esta carta tuvo poco o nulo efecto entre el público consumidor de contenidos digitales porque: ¿qué acto es el más humano de todos? Pues el compartir con otros lo que uno tiene. Y este es probablemente el mayor problema que se tiene con la piratería: ¿Cómo evitar que la gente comparta lo que tienen?
Las empresas de software viven de los programas y apps que producen, y es claro que si se los copian indiscriminadamente, pues simplemente no sería negocio.
Por ello, desde el inicio del cómputo casero salieron forma de evitar la copia ilegal de software, poniendo candados digitales, esquemas de protección que impedían que un usuario pudiese copiar un disco con programas.
Sin embargo, al mismo tiempo salía una serie de aplicaciones que rompían los candados digitales bajo el pretexto de que los usuarios tienen el legítimo derecho de hacer copias de los productos digitales que adquieren.
El escenario actual
Tal vez la piratería sea un mal necesario, porque erradicarla parece prácticamente imposible, empezando porque ahora hay piezas pirateadas de discos de música o libros en formatos como PDF o MOBI que la gente comparte sin empacho.
Las películas son otro nicho que está lleno de piratería y no parece haber manera de evitarla. En muchas calles de la ciudad de México, por ejemplo, hay decenas de puestos con un número indeterminado de películas, música, libros, o cualquier contenido que sea susceptible de ser digitalizado.
Sin embargo, gracias a la necesidad de Internet, que prácticamente es un bien público, las empresas han decidido que los esquemas de candados en los medios digitales son obsoletos.
Ahora se requiere, muchas veces, darse de alta como usuario de un sistema de cómputo en una Nube que continuamente revisa la legalidad del software que uno tiene en su máquina.
Este ejemplo puede verse en el software Kaspersky, un antivirus, el cual -sí, con mucha capacidad técnica- podría quizás piratearse, pero que en realidad probablemente ha disminuido el problema del pirateo gracias a este esquema.
Microsoft hace lo mismo con su sistema operativo. No sé si revisa continuamente si la versión que el usuario tiene cumple con sus criterios de ser legal, pero evidentemente esto ha hecho que la piratería empiece a dejar de ser una dificultad para los creadores de software.
Otro elemento que ha permitido menos piratería, es el uso de tiendas de apps, en donde todos los desarrolladores ponen sus creaciones y el usuario las puede descargar, muchas veces gratuitamente, otras veces vía un pago con tarjeta de crédito.
El punto es que estas apps no se pueden compartir e incluso, empresas como Apple ,han cerrado la posibilidad de que se usen otras tiendas digitales por lo que ellos controlan cómo se mueve todo el mercado en su plataforma iOS.
Curiosamente, hay voces que indican que es ilegal esta práctica y hasta donde entendemos, el jailbreak, es decir, el quitar este candado digital en los teléfonos de la manzana, es legal y así el usuario podría descargar apps desde otras tiendas digitales en donde haya menos restricciones legales, o cláusulas que impidan ciertos contenidos.
El caso de México vs los candados digitales
Con la llegada del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), los políticos mexicanos, diputados y senadores están buscando mecanismos para evitar que la gente quite los candados digitales.
Recientemente, el Presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Senadores, Ricardo Monreal y el Senado aprobaron diversas reformas derivadas de la implementación del TMEC. Ahora solo falta que los Diputados lo aprueben.
Las nuevas modificaciones a la Ley Federal del Derecho de Autor y al Código Penal Federal representan una amenaza a los derechos humanos, como a continuación se indica:
- Se pretende establecer un mecanismo que permitiría a cualquier persona que alegue una infracción a derechos de autor censurar contenidos en Internet, sin necesidad de pruebas y sin que sea determinado por un juez. Solo debe indicar que se trata de una violación a la propiedad intelectual.
- Se contemplan hasta 10 años de cárcel para quienes eludan candados digitales, aún cuando sea necesario para proteger la seguridad, privacidad, ejercer derechos o reparar dispositivos tecnológicos.
Simplemente estos dos rubros se han discutido a las carreras en las cámaras legislativas y por supuesto, sin ninguna participación de la sociedad civil.
El problema de la censura digital y el mecanismo de Notificación y Retirada
La iniciativa de reforma a la Ley Federal del Derecho de Autor pretende establecer (artículos 114 séptimo y octavo) un mecanismo privado de censura en Internet conocido como “notificación y retirada”.
Éste obliga a los proveedores de servicios de Internet a remover cualquier publicación o contenido de sus usuarios cuando una persona alegue que se violan sus derechos de autor, sin necesidad de aportar prueba alguna de dicha infracción y sin que una autoridad judicial lo ordene tras un juicio que respete las garantías del debido proceso.
La idea parece lamentable. Que cualquier particular pueda censurar las expresiones de otros en línea, en donde se pone en tela de juicio si tales expresiones son una infracción a los derechos de autor, es un mecanismo de censura claramente violatorio del derecho a la libertad de expresión consagrado en:
- Los artículos 6 y 7 de la Constitución.
- El artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
- El artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Cualquier restricción a la libertad de expresión no sólo debe estar contenida de manera clara y precisa en una ley, lo que aclararía lo límites en su aplicación.
Así, este mecanismo de “notificación y retirada” podría ser usado para quitar contenidos e información de interés público, atentando contra el derecho a la libertad de expresión de quien publica la información, así como el de derecho de las personas a conocer sobre hechos relevantes en una sociedad democrática.
Y para quien crea que el TMEC podría obligar a México a leyes de esta naturaleza, el propio Capítulo 20 del TMEC, en la nota al pie 119, se reconoce que cualquier mecanismo debe hacerse de conformidad con las disposiciones constitucionales vigentes en el país.
Quitar candados digitales podría ser un crimen
La iniciativa de reforma a la Ley Federal del Derecho de Autor y al Código Penal Federal también contempla sanciones enormes –de hasta 10 años de prisión– por eludir “medidas tecnológicas de protección”.
Las medidas tecnológicas de protección son, en esencia, candados digitales impuestos por fabricantes o desarrolladores de hardware y software que pretenden impedir el acceso o copia de la información contenida en dichos equipos y sistemas, con el (supuesto) objetivo de impedir infracciones a sus derechos de autor.
Cabe decir que por ejemplo, algunos aparatos electrónicos tienen los tornillos de apertura pintados con una tinta que se va cuando se usa un destonillador para abrirlos y eso, a decir de muchos fabricantes, viola la garantía y ya no se hacen responsables si los equipos fallan.
De hecho, quien abre un dispositivo electrónico -ya sea para arreglarlo o modificarlo- ya sabe el riesgo de perder la garantía. Hoy, para colmo, se añade la criminalización de quien así actúa.
Monreal y demás creadores de la iniciativa no parecen entender muchas cosas:
- Muchos investigadores de seguridad necesitan eludir candados digitales para poder detectar vulnerabilidades de seguridad cuya reparación beneficia la seguridad de millones de personas
- Pacientes, investigadores y médicos necesitan eludir candados digitales para conocer, fabricar, mejorar o reparar dispositivos fundamentales para el cuidado de la salud como marcapasos o respiradores mecánicos
- Personas con discapacidad resultan excluidas de algunos de sus derechos a menos que se puedan eludir candados digitales con fines de accesibilidad, como puede ser el caso de algunos libros electrónicos
- Pequeños negocios independientes de reparación de aparatos de todo tipo crecientemente necesitan eludir candados digitales para poder ofrecer sus servicios, fomentar la competencia y evitar monopolios de refacción por parte de los fabricantes.
- Consumidores, agricultores, y otros usuarios de tecnología dependen de la elusión de candados digitales para poder reparar sus automóviles, tractores, computadoras, impresoras, teléfonos y cualquier dispositivo de su propiedad, por sí mismos o mediante negocios que puedan ofrecer dichos servicios competitivamente
- Usuarios de tecnología y tecnólogos necesitan eludir candados digitales para desarrollar y consumir tecnología que garantice compatibilidad e interoperabilidad, con fines de innovación, preservación o para evitar la obsolescencia programada.
- Usuarios de tecnología y tecnólogos necesitan eludir candados digitales para conocer el funcionamiento de los aparatos y sistemas de su propiedad y poder inhabilitar la recolección de sus datos personales
- Creadores, artistas y periodistas necesitan eludir candados digitales para extraer fragmentos de obras protegidas por derechos de autor para la crítica, la parodia, la educación, la difusión de noticias, el trabajo documental y la producción de obras transformativas.
- Periodistas, académicos e investigadores de datos necesitan eludir candados digitales para acceder eficientemente y procesar bases de datos con información de interés público
- Personas en general necesitan eludir candados digitales para ejercer su derecho a usar obras, sin autorización o remuneración de los titulares de derechos de autor, de conformidad con las excepciones y limitaciones a los derechos de autor reconocidas por la ley, tales como realizar una copia privada de obras adquiridas legalmente.
Evidentemente la iniciativa no parece estar hecha siquiera con algo de cuidado. Aunque la misma contempla algunas excepciones, hay un número grande deficiencias, omisiones e imprecisiones que amenazan los derechos de las personas.
Las declaraciones del Senador Ricardo Monreal
Estas reformas fueron discutidas por el Senado con el Consejo Coordinador Empresarial, sin que se haya permitido, hasta ahora, la participación de organizaciones de la sociedad civil o de otros grupos que se verían severamente afectados por estas disposiciones.
¿Cuál es el fondo en todo esto? Parece claro que México no se ha incorporado a la revolución digital y sigue viviendo considerando problemas de la piratería ya solucionados, amén de querer incorporar mordazas para evitar la libertad de expresión, asunto fundamental en todo país democrático.
Estas iniciativas parecen partir del miedo o incluso terror, a los mecanismos digitales y a la apertura democrática que Internet ha dado a las personas.
La crítica a los servidores públicos es enorme y de nuevo, así como en muchos casos de la piratería, es incontrolable y esto parece ser lo que quieren evitarse los funcionarios públicos porque es claro, a nadie le gusta que lo balconeen, ¿O si?