Las impresiones 3D están tomando cada vez más importancia en el mundo de la medicina y ahora ayudando a personas discapacitadas. Investigadores de la Universidad de Filadelfia produjeron por medio de la impresora 3D Stratasy un exoesqueleto robótico llamado WREX (Wilmington Robotic Exosqueleton), con el cual Emma, una niña de 4 años, logró mover los brazos para jugar y para volver a abrazar a su mamá.
Aunque no es considerado un aparato totalmente médico, su función principal es ayudar a niños con discapacidad. Para demostrar su total funcionamiento, sus creadores han filmado un video que pueden ver al final del post en el que muestran la utilización de este exoesqueleto en una niña con artrogriposis, una enfermedad congénita que afecta a uno de cada 3 mil nacimientos y se caracteriza de articulares rígidas y músculos subdesarrollados. Esto genera una movilidad muy reducida, y en el caso de Emma, esta era tan grave que la niña apenas podía mover sus pulgares y no podía hacer movimientos más complejos como un abrazo
Lo curioso de este diseño es que las piezas se pueden cambiar con facilidad gracias a su fabricación en impresoras 3D para que el exoesqueleto se adapte al tamaño del portador conforme a su crecimiento.
Emma llama a su ortesis REXY y hasta el momento ha utilizado ya varios modelos distintos adaptados a su crecimiento y capacidades. En la escuela sus compañeros los llaman Emma’s magic arms (los brazos mágicos de Emma).
El WREX está desarrollado para personas con distrofia muscular, atrofia espinal y atrogriposis que tengan más fuerza en músculos distales que proximales. La prótesis elimina el efecto de la fuerza de la gravedad sobre el brazo facilitando las actividades de la vida diaria. Toda la fuerza proviene del propio usuario, pero el exoesqueleto le da la sensación de que el brazo flota y le facilita poder levantarlo. Se puede montar sobre una silla de ruedas o, en el caso de niños con atrogriposis que sí pueden caminar, adaptarlo a una especie de chaleco-arnés.
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