Hace unos días se cantaba un interesante y gran reto para Apple. La Unión Europea confirmaba que a partir de 2024 todos los dispositivos recargables mediante un cable deberían agregar un puerto USB-C para cumplir dicho fin.
La determinación, sin duda, puso en la mira a los de Cupertino, quienes desde hace varios años tienen su propio y patentado puerto de carga, el cual deberá sustituirse o bien coexistir con el impuesto por la legislación europea.
Lo cierto es que los dispositivos Android no están lejos de ver reguladas sus posibilidades. Y es que si bien la mayoría de estas terminales ya cuentan con un puerto de carga USB tipo C, las velocidades de carga suelen ser muy diferentes entre marcas y modelos.
Este aspecto, es justo el que ahora entra en cuestión, en donde las autoridades de la Unión Europea intentarán aplicar un estándar alrededor de las diferentes y dispares velocidades de carga.
Es por eso que la Unión Europea quiere implementar USB PD (USB Power Delivery) con el cual se busca establecer un estándar en la carga rápida en los cargadores USB tipo C.
Este será un elemento que deberán considerar todos los dispositivos al pasar los 15 W de carga con el fin de establecer un mínimo de carga rápida para todos los móviles.
USB PD y las velocidades de carga
Aunque es cierto que por ahora el estándar dictado por la UE parecen ser 15 W en carga, lo cierto es que esto podría cambiar con el paso del tiempo, si consideramos que la intención del USB PD es entregar a los consumidores la posibilidad de cargar sus dispositivos a un mínimo fiable y la velocidad al respecto ha ido cambiando de manera acelerada entre los fabricantes.
Por ahora, los 15 W o incluso los 25 W suenan a poco si consideramos que la norma parece estar en los 45 W, aunque ya tenemos dispositivos con potencia de carga rápida tasada en más de 60 W.
Por tanto, encontrar un estándar para carga rápida no será sencillo y podría ser un aspecto dictado por la propia industria y la competencia al respecto.
Lo único que queda claro es que la intención es eliminar una brutal (y absurda) cantidad de cargadores para el consumidor final, tendencia que en principio podrá resultar molesta, pero que al final podría tener grandes ventajas para el medio ambiente y beneficiar la experiencia del usuario.