La tecnología ha traído muchas ventajas. Y ahora que tenemos artefactos tan sofisticados en nuestros bolsillos pueden ser usados más allá que para simples llamadas.
Cuando la telefonía móvil incorporó la conexión a Internet, estos dispositivos evolucionaron a un artefacto siempre conectado, y es por esto mismo que la información ahora se distribuye de inmediato de dispositivo a dispositivo.
Cuando el teléfono se volvió computadora, entonces las empresas de este rubro le metieron aún más cosas. Casi todos traen alguna cámara de fotos y video, lo que finalmente ha desplazado al nicho de las cámaras digitales, las cuales ya están desapareciendo de las tiendas (me refiero a las que usan los que les gusta tomar fotos, no a las cámaras para profesionales). Así, teniendo más memoria, procesadores más rápidos y lentes que permiten grabar en HD, tenemos ya un ejército que puede salir a la calle a grabar todo lo que esté pasando.
Con el tiempo, el video digital se ha convertido en uno de los contenidos más utilizados por los usuarios y no es para extrañarse. Es tan fácil tomar fotos ahora, grabar videos y además, hacer uso de las redes sociales para presentarlos, que prácticamente cualquiera puede realizar estas acciones y además, todas desde el propio teléfono.
Y es entonces cuando surgió el teléfono como un arma contra las injusticias, contra la corrupción, contra los abusos de autoridad, comunes en este México en donde la «mordida» es cosa de todos los días y en donde la ciudadanía está ya verdaderamente harta de tantos abusos. Por ello, vemos por ejemplo a Arne Aus den Ruthen, el «city manager» de la Delegación Miguel Hidalgo, que sale con teléfono en mano y vía Periscope, una manera de hacer «streaming» en vivo desde donde se encuentre, puede dar cuenta de los abusos que se ven cotidianamente en las calles de la ciudad. Los candidatos más comunes a las denuncias de Arne están en los políticos mexicanos, que tienen camionetas llenas de «guaruras», perdón, de elementos de seguridad privada, los cuales se estacionan donde se les da la gana. O bien, vecinos que se sienten con derecho de poner conos, tubos con cadenas, para evitar que la gente se estacione al lado de sus respectivas casas.
Y todo esto se graba, y la gente involucrada, particularmente los oficiales de la policía, se sienten agredidos. Muchos impiden incluso con violencia que les estén grabando, aunque es claro que es legal hacerlo. Y con el tiempo, como es imposible evitarlo, los propios policías entonces en ocasiones sacan sus celulares para grabar a quien los graba. es algo que ya mueve a risa.
Hay que sin embargo entender que el estar grabando un acto que ocurre en la calle, aunque se tenga en principio la razón, puede ser peligroso. El propio Arne ya fue amedrentado por un tipo que se siente con muchas influencias, que mandó golpear al «city manager» al día siguiente que sus automóviles (los de sus escoltas), fueron remitidos al corralón por estar en lugares en donde no pueden estacionarse.
La realidad es que toda la vida, el exhibir públicamente a alguien, lo pone en la picota de la opinión pública. Ahora, con acceso a las redes sociales, que sin más, exhiben a cualquier cometiendo algún acto ilegal, los hace inmediatamente acreedores a los títulos de «lady Basura», o «Lord Ferrari», etcétera. Y entonces la cámara de video que ya todos tenemos en nuestros bolsillos se puede convertir en algo más poderoso que un arma de fuego. Yo creo que nadie pudo imaginar que se llegase a esto.