En estos últimos tiempos han surgido una serie de ideas al respecto de qué hacer con los cuerpos de las personas fallecidas. Hay quien piensa que utilizar las cenizas de alguien que ha sido cremado para ayudar crecer a un árbol es una manera elegante, natural y sensible de recordar a alguien después de su muerte. Y esto es precisamente lo que hace Bios Urn, de una compañía de Barcelona con ese mismo nombre, que está diseñando un dispositivo con este propósito llamado Bios Incube.
La Bios Urn se lanzó en 1997 y se relanzó en el 2013. Es una urna biodegradable, en donde en la parte inferior de la misma se colocan las cenizar mientras que en la parte superior hay una semilla de cualquier tipo de árbol, el cual puede crecer en un ambiente fértil de tierra. Las cenizas se convierten en última instancia en el medio de crecimiento para el árbol y éste crece a manera de un recuerdo amigable de la persona fallecida en un entorno ecológicamente agradable. Este mismo proceso puede bien trasladarse cuando muere nuestra mascota favorita.
El Bios Incube actúa como una incubadora para el Bios Urn, permitiendo a la gente tener más control sobre lo que se planta en la urna y optimizando las condiciones para el crecimiento del árbol deseado en particular. Tiene un diseño minimalista y es una vasija hecha de polipropileno. Dentro de las paredes de la vasija se tiene capacidad para poner hasta 11.1 litros de agua con un sistema interconstruido de irrigación y además, hay un sensor para monitorear las condiciones de crecimiento.
La Bios Urn puede mantenerse dentro o fuera de la casa, dependiendo de la preferencia de los usuarios y los requerimientos para que la planta crezca. El sensor entonces se coloca sobre la superficie para medir la humedad de la tierra, la temperatura, los niveles de luz, la conductividad eléctrica y la humedad. A través de un algoritmo se analiza la información y se concluyen cuales son las necesidades del árbol. El sistema proveerá agua al árbol de forma automática de acuerdo a los requerimientos específicos de la semilla. Hay agua como para un promedio de 20 días antes de tener que rellenar el depósito correspondiente. Pero si todo esto fuera poco, el sistema mide incluso la calidad del agua.
Y lo que sigue no podía faltar: el sensor se conecta a la red WiFi de la casa y manda los datos ¿adivinen a dónde? A un dispositivo iOS o Android, lo que quiere decir que el progreso puede ser monitoreado desde cualquier parte que se tenga una conexión a Internet. En el caso de que ocurra algún problema, como por ejemplo, agua de mala calidad o que la temperatura no es la adecuada, el sistema manda notificaciones al usuario vía la app.
La idea ya ha sido pasada a crowdfunding en kickstarter. Se pueden unos 384 dólares (350 euros) para recibir una de estas incubadoras, y asumiendo que logren hacerse de la cantidad deseada, se espera que las primeras se empiecen a enviar a los clientes en noviembre de este año.
Referencias: