Hoy en día la búsqueda de exoplanetas que sean parecidos a la Tierra ha dado con un enorme número de ellos. Desde luego, todos esos planetas parecen estar a decenas, centenas y hasta miles de años luz de nosotros, por lo cual las esperanzas de migrar a otro planeta -en términos de raza humana- sigue siendo no solamente poco probable, sino en la realidad imposible. Sin embargo, con el número de planetas descubiertos tan sólo en nuestra galaxia que se estima en miles de millones, bien podríamos pensar en tratar de comunicarnos de alguna manera con alguna otra civilización extraterrestre. Sin embargo, en años de este esfuerzo no se ha encontrado ninguna comunicación radial que podamos asegurar, se trata de alguien en una civilización extraterrestre inteligente.
Ahora un par de astrobiólogos de la Universidad Nacional de Australia (ANU), de la escuela de investigación de ciencias de la Tierra, hace nuevas hipótesis sobre la razón por la cual los esfuerzos por comunicarnos con otras civilizaciones parece estar muertos. De acuerdo a Aditya Chopra y Charley Lineweaver, las condiciones en los planetas jóvenes son tan volátiles que la vida no ha podido evolucionar con la suficiente rapidez para estabilizar el medio ambiente, por lo cual se supone, si existieron eventualmente esas civilizaciones, hoy estarían extintas.
Uno de los grandes enigmas sobre las civilizaciones extraterrestres puede resumirse en la llamada Paradoja de Fermi, que de acuerdo a las fuentes más fíables, en 1950 el físico Enrico Fermi estaba comiendo con Emil Konopinski, Edward Teller y Herbert York, en el Laboratorio Nacional de los Alamos. Durante esta comida, Fermi preguntó cómo es que si el Universo puede alojar vida, no hemos podido hallar ninguna otra civilización. Haciendo algunos cálculos Fermi concluyó que las especies -incluso las más flojas- podrían haberse esparcido en nuestra galaxia en tan sólo unos 50 millones de años. Por lo que se preguntaba ¿Dónde están?
Hay muchas hipótesis para explicar la Paradoja de Fermi, una de ellas es la hipótesis de la Tierra Extraña, que indica que las condiciones en la Tierra, donde surgió la vida, son tan complicadas que es poco probable que puedan duplicarse. Otra posibilidad es el llamado Filtro Hansen, que especula que la vida puede ser muy común en el Universo, pero algo nos impide avanzar más allá de lo necesario para lograr un contacto interestelar. Esto puede ser choques de asteoides, catástrofes geológicas, supernovas, los rayos gamma, las guerras nucleares, el desequilibrio ambiental entre otros.
La pregunta que se plantean los astrobiólogos es que si este filtro existe antes o después del punto en el que se desarrolla vida inteligente. Ellos han postulado lo que llaman un “filtro Gaian” o “cuello de botella”, que se basa en el hecho de que la emergencia de la vida -es decir, que la vida emerja- en un planeta joven, rocoso, requiere más que condiciones climáticas adecuadas de calor y agua líquida. También se requiere de cierto grado de estabilidad, la cual es la que promueve que la vida misma se pueda estabilizar.
Básicamente, lo que los astrobiólogos dicen, es que la vida no es sólo un pasajero en el planeta que habita, sino que interactúa con el entorno y lo altera. En la Tierra, el entorno al principio era extremamente hostil para las formas de vida más avanzadas, pero no para los organismos simples, que finalmente fueron llos que estabilizaron el ambiente creado cosas como cambiar el dióxido de carbono en el entorno por oxígeno y eliminando el metano. Eventualmente, después de algunos cientos de miles de años por decir poco, la biósfera de la Tierra creó un sistema dinámico que regula el medio ambiente y que es capaz de sustentar la vida a pesar de los supervolcanes, los asteroides y los cambios importantes en el clima. Esto parece ser particularmente cierto en término de los gases de invernadero.
“La mayoría de los entornos en los planetas son inestables”, dice Chopra. “Para producir un planeta habitable, las formas de vida necesitan regular sus gases de invernadero tales como agua y dióxido de carbono para mantener las temperaturas estables”, indica. Chopra y Lineweaver dicen que hace cuatro mil millones de años, Venus, la Tierra y Marte, eran muy similares. Sin embargo hoy Venus es un infierno de intensas presiones y temperaturas, con lluvias de ácido sulfúrico, mientras que Marte es una bola disecada de arena con prácticamente cero atmósfera que es constantemente bombardeada con radiación extrema. Algo en sus historias causó esta divergencia, en donde la posibilidad de vida se dio en la Tierra de forma rápida, o al menos suficientemente rápida, para lidiar con los cambios bruscos en el medio ambiente y mantener el planeta habitable. En Venus y Marte parece que no hubo esta oportunidad y la vida simplemente desapareció de tajo.
“Una predicción intrigante del modelo del cuello de botella Gaian es que la vasta mayoría de fósiles en el Universo se extinguirán a partir de la vida microbiana y no de las especies multicelulares como los dinosaurios o humanoides, a los cuales les ha llevado miles de millones de años evolucionar”, dice Lineweaver.
Un punto de interés en particular sobre esta hipótesis es que si podemos hallar siquiera trazos de vida extinta en Marte. Los científicos dicen que si se encuentran microbios fósiles en el planeta rojo, esto significa que el Gran Filtro que sesga la vida está probablemente detrás de nosotros y que hemos pasado los grandes obstáculos de nuestra existencia como raza. Sin embargo, si no se hallan microbios, esto significa que el filtro podría estar adelante de nosotros y estaríamos planteando un futuro incierto para la vida en el planeta Tierra.
La investigación correspondiente se publicó en Astrobiología.
Referencias: