¿Saben cuál es el mayor uso que las personas le dan a su smartphone?: 60% como despertador y 59% para sacar fotos.
Esos son algunos de los resultados que arrojó una encuesta (Estudio de Consumo de Medios y Dispositivos entre Internautas Mexicanos) recién presentada por el Interactive Advertising Bureau (IAB), que es el principal organismo a nivel global que representa a la industria de la publicidad interactiva.
Otro dato de ese estudio es que, en todo México, hay 66 millones de usuarios de Internet, lo que equivale a 55% de la población, y de éstos, 68% (casi 45 millones) tienen un smartphone.
Asimismo, de todos los usuarios mexicanos de Internet, 66% realiza pagos a través de la red, y de éstos, 68% lo hace a través de un teléfono celular, pero únicamente 30% utiliza tarjeta de crédito.
Debido a que, hasta ahora, nadie ha presentado cifras consistentes, tuve que hacer estas cuentas para descubrir que el mercado potencial que tiene a nivel nacional un servicio como Uber es de 8 millones 886 mil 240 personas, de las cuales, sólo una parte vive en la Ciudad de México.
Es decir, el tamaño de este mercado todavía no representaría una verdadera amenaza para los, según algunas cifras, 139 mil taxis que circulan todos los días por la capital, sin contar unas 20 mil unidades piratas y que, en conjunto, hacen un promedio de nueve viajes al día.
Y es que el taxi tampoco es el medio de transporte favorito de los habitantes del DF, ya que, de acuerdo con un estudio del Instituto Mexicano de la Competitividad, sólo 3.8% de las personas que usan transporte público, viajan en esa opción.
Y si analizáramos más cosas, encontraríamos que las tarifas de Uber son más altas que las de los taxis tradicionales o que un gran porcentaje de su público cautivo no suele tomar un taxi en la calle.
Entonces, ¿por qué se quejan? Nadie lo ha revelado hasta ahora, pero si consideramos que, al menos en la Ciudad de México, dar de alta un taxi implica un largo camino de burocracia (trámites y tarifas) y corrupción (“mordidas”) podríamos encontrar alguna respuesta.
Es correcto que hace falta legislar a instancias como Uber, pero la mejor definición de este servicio se la escuché hace unos días a Luis de Uriarte, el encargado de Comunicación de esta compañía (y uno de los pioneros de los contenidos de Internet en México): “somos una empresa tecnológica y no de transporte”.
Ahí radica la principal diferencia de Uber con los servicios de taxi tradicional y razón por la cual ha sido preferido por muchas personas que pertenecen a un público meta muy específico. Y también es una explicación que se le puede dar a las personas que están en su contra.
Por otro lado, la tecnología aplicada al transporte público ha dado grandes resultados en el mundo, y en México tenemos décadas de retraso en la implantación de servicios básicos, como saber cuánto tiempo falta para que el Metro llegue a la estación, consultar en la web las rutas de todas las rutas de microbuses para saber cómo llegar a algún punto, tener una tarjeta inteligente para subirse a todos los servicios de transporte que funcione, por ejemplo, por tiempo, o consultar en nuestro smartphone si el servicio del Metrobús está a tiempo o tiene retraso.
Y es que el servicio de transporte público de la Ciudad de México, además de retrasado tecnológicamente, es totalmente inapropiado para el tamaño de su población; es por eso que a cierto segmento de los consumidores le funciona utilizar la tecnología (porque tiene acceso a ella) para contratar un servicio como Uber.
Así que continuar con el debate de si Uber es desleal o que los taxistas tienen derechos o que si la ley no es apropiada, desvían la discusión de un elemento que debería ser el principal: hay que modernizar el transporte público del DF aprovechando la tecnología y no seguir como borregos los temas que, desde algún lado, nos dicta alguien, curiosamente, en plena época electoral. Así de simple.