El conflicto inició el 30 de mayo mientras un grupo de activistas se reunía pacíficamente en el parque Gezi de Estambul para tratar de salvarlo; pues se tiene planeado destruirlo para construir un centro comercial. Sólo 1.5% del espacio de la ciudad está designado para áreas verdes y los habitantes decidieron manifestarse en contra de este “desarrollo urbano tan agresivo”.
La demostración fue completamente pacífica y según testigos “tenía el ambiente de un festival”. El problema es que la policía llegó a ponerle fin con gas lacrimógeno y cañones de agua y fue eso lo que desató la ola de protestas –y revueltas– en el resto del país. Entre los reclamos están la pérdida de la cultura, las violaciones a la libertad de expresión y la brutalidad de la policía.
En relación a las protestas y la violencia generada, Recep Tayyip Erdogan –el Primer Ministro turco– condenó las redes sociales y dijo que Twitter era “la peor amenaza”. Por su declaración y el hecho de que las redes han presentado fallas en varias partes de Estambul, se piensa que el gobierno puede tener algún tipo de bloqueo sobre Internet. Además, según algunos ciudadanos turcos y medios internacionales, la prensa no ha cubierto la historia como debería y hasta se dice que CNN decidió pasar un documental de pingüinos durante algunas protestas. A esto, el Ministro de Finanzas Mehmet Simsek respondió que los principales canales de TV pasan las últimas noticias sobre el tema cada hora.
Varios países ya se han enfrentado a situaciones similares. En la Primavera árabe de 2011, Egipto sí cortó el acceso a Internet para impedir la organización de los manifestantes pero no sirvió de nada, pues aún así la gente salió a las calles y el presidente Mubarak terminó cediendo su puesto. El movimiento de #YoSoy132 en México también es una especie de espejo a lo que sucede en Turquía. Ambas son situaciones con orígenes y propósitos muy distintos, pero las redes sociales fueron claves en su desarrollo y el “sesgo de información” por parte de los medios es fuertemente criticado por #YoSoy132 y los manifestantes de Turquía.
Las redes sociales han jugado un papel muy importante en las protestas más recientes del mundo y es debido a la existencia de Internet que las demandas y críticas de la población hoy tienen una voz más poderosa que antes. Aunque el gobierno de Turquía haya o no puesto un bloqueo sobre Twitter, las experiencias pasadas de la comunidad internacional no parecen indicar que sea buena idea limitar el acceso a las redes sociales; pues la desaparición de esa libertad no puede mantenerse como un secreto y probablemente enardece más a la población.
Referencia: Fast Company, The Wall Stret Journal