Aún no entendemos del todo la física cuántica; sólo sabemos que tiene aplicaciones infinitas. En algún momento de la historia se pensó que con esta ciencia se podría manipular el tejido espacio–tiempo del universo para viajar a través de él o crear la posibilidad de infinitos universos paralelos.
Una cosa fascinante es el diseño de un mecanismo basado en quarks (partícula cuántica) que podría doblar nuestra realidad, de manera que nos volvería inmortales con sólo jalar un gatillo. Se trata del suicidio cuántico.
De acuerdo con la información obtenida en el reporte publicado (1997) por Max Tegmarken, científico del Massachusetts Institute of Technology (MIT), el mecanismo que define si el arma dispara o no a su objetivo, mide la oscilación de una partícula cuántica, y cada vez que se jala el gatillo, la velocidad de esta partícula es medida y calculada.
Las posibilidades de que el mecanismo aproveche la energía creada por la partícula para decidir si el arma se dispara o no, se dividen entre dos. Al calcular el movimiento y forzarla a girar en dirección contrarreloj, hará que el arma no dispare, dividiendo el universo en dos, asesinando al otro ‘Yo’ paralelo, mientras que uno sale airoso de la ruleta rusa cuántica.
En otras palabras, al jalar el gatillo, el disparo del arma te mata… y a la vez no. Todo depende del movimiento oscilatorio de una sola partícula cuántica. Mientras la persona B muere al instante, como cualquier otra persona lo haría si recibiera un tiro en la sien, la persona A no escucharía más que el sonido del martillo pegando en una bala que no se disparó. Sin embargo, si el quark girara en torno a las manecillas del reloj, el arma se dispararía, matando a la persona A.
Si la persona A dispara 100 veces, cien personas paralelas viviendo en universos alternos creados con cada jale del gatillo, morirán para dejar que la primera persona viva.
Todo es una cuestión relativa de una teoría —no comprobada— de partición universal utilizando teoría cuántica. De ser correcta, podríamos volvernos inmortales al ‘succionar’ la vida de infinitas versiones paralelas de nosotros mismos para conservarnos jóvenes y sanos por toda la eternidad. Algo que resulta, en mi opinión, demasiado loco y egocéntrico.
Fuente: Tegmark