En los últimos años, hemos sido testigos de un avance tecnológico que revolucionó por completo la manera en que consumimos y escuchamos música. Spotify es una de esas compañías que más ha sabido posicionarse en el sector, por lo que cualquier factor que pudiera afectarle, es de la incumbencia de millones de usuarios.
Spotify presentó, junto con otras empresas de streaming como Deezer y Rocket Internet, una nueva queja en la que acusa a Apple y Google, dos de las compañías que más dominan el mercado de smartphones y dispositivos móviles. El argumento primordial señala que ambas empresas tecnológicas se aprovechan de una posición privilegiada para intervenir en el mercado e inclinar todo a su favor.
Esto implica que tanto Apple como Google, fungen como filtros, en lugar de accesos para los usuarios, por lo que Spotify comienza a tener problemas de migración a otras plataformas por parte de sus miembros que conforman a la plataforma.
Los servicios de streaming alegan que algunas empresas de Sillicon Valley han dejado de ser puertas abiertas para todo tipo de usuarios. Según la queja, iOS y Android han hecho esto con el fin de evitar que los rivales compitan con los servicios que ellos mismos han creado. Por ejemplo, Apple quizá esté utilizando este tipo de estrategias cerrando el paso de Spotify para que su servicio, Apple Music, tenga mayor apertura.
Esto principalmente está sucediendo en la Unión Europea, donde se está considerando planear crear nuevas normas de conducta específicas para el sector móvil, al igual que un organismo completamente independiente que atienda este tipo de disputas entre las compañías de tecnología con el fin de que haya mayor objetividad y neutralidad ante situaciones como ésta.
Será cuestión de esperar para ver de qué manera se soluciona dicha problemática, pues no es correcto que Apple esté aprovechándose de ser una de las compañías que más domina al sector tecnológico para cerrarle las puertas a otras que han estado aportando nuevas cosas a nuestra era, como la posibilidad de facilitarnos el consumo musical de forma accesible sin caer en la piratería.
Referencia: Financial Times