Ocurre cada cierto tiempo que sale alguna nota en donde se advierte que un protocolo de seguridad fue violado, o que los investigadores de alguna universidad pueden saber tus contraseñas simplemente por el tono recibido al escribir las mismas en el teclado, etcétera. Es decir, “tiro por viaje” nos enteramos de que nuestros sistemas no sólo no son seguros, sino que además, están en riesgo constante.
Y es cierto, no hay sistema seguro en el mundo, pero todas estas advertencias son genéricas y no son un problema si se tienen las medidas adecuadas para minimizar las dificultades si es que se presentan problemas. Por ejemplo, el ransomware, como el “wannacry”, fue un problema que afectó computadoras en muchísimas partes del mundo. Hubo infección y petición de dinero a empresas, a instituciones gubernamentales, etcétera. El problema sin embargo, pudo haberse minimizado si todas estas máquinas infectadas hubiesen tenido respaldos de sus datos importantes, sólo por mencionar una sola medida.
Y puedo entender que mucha gente no hace respaldos porque le da flojera, porque no tiene tiempo, porque es una labor que que consume recursos y no parece haber necesidad de hacerla aunque sepamos, por ejemplo, que los discos duros no tienen palabra de honor y que los malvados fallarán en el peor de los momentos.
Hoy se habla de virus en los teléfonos, pero yo al menos no he visto virus en los Android y tampoco sé de gente que haya reportado problemas de esta naturaleza en iOS. Sin embargo, las tiendas de apps están llenas de supuestos antivirus -muchos de estos gratuitos- aunque en mi opinión, no sirven de gran cosa.
Y se habla de la vulnerabilidad del protocolo WAP/2, como si entonces ahora todos estuviésemos en un punto de vida o muerte, cuando en realidad no lo es. Estas vulnerabilidades son temporales y saldrán los parches necesarios para eliminarlas pero no, el punto es que es bonito alarmar al respetable, porque eso vende.
Y me remito al problema del año 2000, el Y2K, el cual supuestamente iba causar terribles problemas porque las bases de datos no usaban en su campo de cifras los cuatro números para hablar del año, es decir, escribían 97 en lugar de 1997 y cuando llegase al año 2000, ¿qué deberíamos interpretar como 00? ¿1900 o 2000? Se magnificó el problema, salieron libros ridículos, surgieron cifras millonarias de lo que costaría arreglar el problema y ¿qué pasó? Nada. No se cayó ningún avión, no se colapsó el sistema financiero de ningún país. Vamos, el mundo siguió su rumbo sin mayores problemas.
Así pues, el punto es que hoy muchos sitios web de noticias, los medios electrónicos e incluso los medios impresos, se hacen eco de cuanta tragedia hay si ésta vende. Y en cómputo, considerando que cada vez más gente se incorpora al mundo digital vía un teléfono inteligente o una computadora personal, entonces hay más gente que asustar, porque no sabe, porque no entiende, y porque toda esa gente sólo quiere jugar con su dispositivo, mandar correo y entrar a Facebook o ver videos en YouTube.
A mí me gustaría más mesura. Ya me cansé de ver tanto amarillismo en nuestro mundo. Ya nadie está jamás a salvo, ya nadie puede respirar tranquilo porque le puede caer el ébola y liquidarlo en días. Digamos que como siempre, los seres humanos inventamos medios maravillosos como Internet, para compartir información y nosotros mismos los echamos a perder con Fake News, con un conjunto de estupideces que ya simplemente no debemos tolerar.