Para muchas personas, el término de obsolescencia programada no les será familiar, a pesar que forman parte de él cada día, cada vez que se trasladan a su tienda más cercana a comprar algo o cada vez que ven algo que les gusta. Pero la verdad es que el teléfono o la computadora que están usando en estos momentos forman parte de él.

Quizás te has preguntado por qué los artículos que compras terminan descomponiéndose, por qué el celular que usas hoy no es el mismo de hace dos años atrás o incluso por qué una tecnología como el foco no ha sido mejorada desde su invención.

Hablando de éste último ¿qué opinarías de uno capaz de durar más de 100 años encendido? Seguramente dirás que es algo increíble, útil y capaz de mejorar la calidad de vida de muchas personas, además de que se resumiría en un alivio económico para todos.

Claramente pensarás que un foco que dure tanto tiempo aún no existe en el mercado y que es una tecnología inaccesible, pero la realidad es muy distinta. No estamos hablando de un foco del futuro, sino de uno del pasado y que lleva más de 110 años encendido. Lleva iluminando sin interrupciones desde 1901, es de 60 watts, cuenta con filamento de carbono (ocho veces más grueso que el de uno normal) y está instalado en el cuartel de bomberos número 6 de Livermore, California.

Hoy en día, los focos tienen una fecha de expiración ya programada, y al igual que todos los artefactos que usamos en el día a día, están destinados a fallar en un tiempo más o menos determinado. Para explicar por qué ocurre esto, tenemos que trasladarnos al Estados Unidos de 1932, cuando el país atravesaba su mayor crisis económica, conocida como la Gran Depresión.

Bernard London propuso terminar esta depresión a través de un sistema que se lucraría sobre la compra continua de artículos, al cual llamo obsolescencia programada. Su concepto es simple: crear productos destinados a fallar eventualmente para así obligar al consumidor volverlo a comprar, ya sea del mismo vendedor o de otro, y así mantendría la economía en movimiento.

El artículo más icónico de la obsolescencia programada de hoy en día son los teléfonos celulares. No es casualidad que cada año llegue una versión nueva de cada uno de ellos, la cual vuelve obsoleta a la anterior, pero algo que comparten en común es que todos están destinados a dejar de funcionar a sólo años de su uso.

Si crees que esto trata de mejoras en la tecnología, piénsalo dos veces, pues en muchas ocasiones, ésta es creada de forma defectuosa a propósito para que luego, en muy poco tiempo, tengas que comprar un producto mejor.

Volviendo al caso del foco, en diciembre de 1924 se reunieron en Ginebra representantes de algunas compañías más importantes del mundo de la industria de las lámparas. En esa ocasión, discutieron sobre un mercado que estaba en crecimiento, el del foco, pero a pesar de ello existía un problema: los focos que estaban creando duraban demasiado y esto causaría que eventualmente nadie necesitaría comprar nuevos, por lo cual llegaron a una decisión: el no permitir que estos duraran más de mil horas prendidos.

Debido a ello, contactaron a varios técnicos de la época y les pagaron grandes cantidades de dinero para acortar el tiempo de vida de los focos y así, podrían venderlos de nuevo no sólo una vez más, sino toda la vida.

Lo mismo ha ocurrido en la historia con las baterías y otros productos, pero esto supone varios problemas, ya que poco a poco estamos gastando todos nuestros recursos en un sistema que no podría ser sustentado para siempre.

Siempre que analizamos la felicidad en un país tomamos en cuenta su economía y la mayoría de las personas piensan que mientras mejor está un país económicamente más felices son sus personas. Pero en aquellos donde reina la obsolescencia programada, así como el capitalismo, es todo lo contrario.

Por ejemplo, una persona enferma aporta más a la economía que una saludable, ya que necesita comprar medicinas o ir al doctor, algo que una sana no tiene que hacer. De la misma forma, la obsolescencia programada se lucra de la crisis; cada vez que tu celular se rompe o tu televisor se descompone, este sistema se lucra de ti y te obliga a tirar tu producto y comprar uno nuevo.

Los creadores de tecnología, no son ajenos a esto, de hecho, crean artefactos con una fecha de expiración, así como otras cosas, incluyendo tu ropa y zapatos. Cuando veas números de qué tan adinerado es un país, también piensa que quizás no exista tanta felicidad en él.

La Tierra es un país de recursos limitados con un sistema económico que los emplea como si fueran ilimitados y no pasará mucho tiempo hasta que este sistema colapse en sí mismo al no quedar más recursos por gastar.

Referencias: ABC, EcoInteligencia, Tierra