Es evidente que la tecnología ha permeado en la mayoría de los ámbitos de nuestra vida. Ha cambiado la forma en la que nos comunicamos y poco a poco va cambiando la forma en la que trabajamos. Muchos de los objetos o acciones que hoy damos por hecho, los habitantes de la Tierra de hace 100 años ni siquiera hubieran podido imaginarlos.
Una de los cambios más evidentes que han surgido a través de la innovación tecnológica es la forma en que viajamos: antes era imposible estar en los 5 continentes en la misma semana. Hoy, gracias a la tecnología aeronaútica, que no ha dejado de evolucionar, podemos tomarnos un café en la Ciudad de México en la mañana, almorzar en un restaurante en Nueva York en la tarde y llegar a Paris a cenar (aunque allá sería desayunar).
El sexo, por su parte, había logrado mantenerse al margen de la tecnología salvo en algunas excepciones, por ejemplo, la Industria Pornográfica, la cual, al igual que la Industria Militar, ha sido la innovadora de algunas tecnologías que ahora usamos casualmente.
La industria porno ha sabido adaptarse a los cambios en la forma en que la gente se comunica y ha entendido que parte de esta comunicación gira, de una u otra forma, en torno al sexo. Como dicen por ahí: “el sexo mueve al mundo”.
Estas innovaciones tecnológicas han surgido como respuesta al cambio de paradigma: ya no son tan redituables las revistas impresas; el negocio está Internet. Hay que recordar que las páginas pornográficas fueron las primeras en hacer uso de métodos de autenticación, manejadores de contenido, programas de edición de fotografías, etc. También han sido grandes impulsoras de nuevas formas de comunicación en Internet: blogs, foros de discusión, podcasts, etc
La industria porno también fue el primer ejemplo práctico del e-commerce pues por ahí de 1996, cuando todavía no se confiaba tanto en las transacciones en línea, ya había páginas pornográficas que permitían el acceso a su contenido a través del pago con tarjeta de crédito por Internet.
Afortunadamente para unos y desafortunadamente para otros, la tecnología no ha permeado tanto el ámbito sexual. Al menos no de forma tan radical como en otros ámbitos.
Es cierto que sí han habido innovaciones más tangibles pero lo que también es verdad es que no se ha podido reemplazar el contacto humano y quizás nunca se logre.
Algunos predicen que será posible tener relaciones sexuales con personas lejos de nosotros a través de chips estimuladores de los sentidos y conectados a Internet.
Otros, más conservadores, dicen que lo más cercano a eso será algo que ya existe: estimuladores genitales, conectados a una computadora y manejados remotamente por quien tenga la contraseña.
Así como esta tecnología han surgido otras: desde la muñeca inflable anatómicamente correcta y con succión en partes clave, hasta los vibradores discretos que vibran, valga la redundancia, cuando suena el celular de la portadora.
También otras ciencias han dedicado algunos esfuerzos a mejorar la vida sexual de la gente y el ejemplo más llamativo es la robótica la cual cada vez mejora la interacción, la sensibilidad y las capacidades de los robots sexuales y es muy probable que estas innovaciones sean adaptadas para robots que tengan otras funciones, por ejemplo, una recepcionista robótica o un masajista.
En lo que a comunicación se refiere, el sexo tiene gran parte del tráfico de mensajes por celular y, según estudios, en promedio uno de cada cinco adolescentes y adultos jóvenes han enviado fotos sexualmente explícitas a alguien más.
Al parecer veremos cada día más productos tecnológicos relacionados al sexo, unos más geeks, freaks o queers que otros, pero lo que es cierto es que tendremos más oportunidades de expresar nuestro ser geek incluso en la intimidad.
Y obvio, habrá de todo para todos. ¿Ustedes qué opinan?