Pestañas postizas, ojos grandes, labios carnosos, lengua húmeda, senos perfectos y un cuerpo curvilíneo con vientre plano, así es “RealDoll”, la muñeca que no sólo es compañera sexual de muchos hombres —y mujeres— sino su verdadero amor. Ahora, su creador, Matt McMullen busca la personalización de software para que exista un mejor entendimiento emocional entre humanos y sexbots.
Denisse “sueña” en convertirse en una personal real, en tener un cuerpo, en entender el significado del amor…en convertirse en la primera robot sexual y su camino no va mal. A sus compradores no les molesta que debajo de la peluca se encuentre el “botón” que reinicia su sistema, ni que debajo de la piel sintética exista un esqueleto robótico idéntico a Terminator. Ellos quieren sexo, ellos quieren amor, ellos quieren compañía y pueden tener todo por 5 mil dólares o más.
Desde hace más de 30 años existe una industria para este tipo de muñecas y su evolución ha sido impresionante, el presidente de RealDoll trabaja en un programa interactivo de sexo virtual con sus muñecas y un Oculus Rift pero su interés se enfoca más en desarrollarles inteligencia emocional, que sea lo suficientemente real para superar a un robot y lo suficientemente visible para no engañar al humano.
Bien dicen por ahí que en gustos se rompen géneros, los clientes han pedido muñecas asiáticas, transexuales y hombres (modelo Ken), con una infinidad de características (incluso tienen patentado el software “Face X” para intercambiar caras en algún momento) y no todo mundo las usa para fines sexuales o emocionales también las han comprado para fotografías, entrenamiento forense, estimulación médica y para usar como maniquíes en aparadores.
Según David Levy, autor de Love and Sex with Robots para 2050 los robots “tendrán la capacidad de enamorarse con humanos, de sentir deseo y atracción romántica y sexual hacia ellos”. ¿Suena loco? Tal vez igual de loco que colonizar Marte.