Yo creo que Mark Zuckerberg jamás pensó en el poder que las redes sociales, como Facebook, iban a tener en el futuro. Se crearon pensando en un modelo de intercambio de información entre los usuarios que, originalmente, eran estudiantes en Harvard.
Hoy cualquiera con un dispositivo conectado a internet puede pertenecer a redes sociales y quizá tienen más valor del que merecen.
Mucho de nosotros usamos las redes sociales y podemos ahí leer todo tipo de opiniones, unas en las que estamos de acuerdo, otras que nos parecen absurdas, otras que pueden tener algún valor y que generan a veces, incluso, acaloradas discusiones. El asunto simpático es que en todos estos cambios de opiniones muchas veces pensamos que estamos «resolviendo el mundo».
Por ejemplo, vino Donald Trump a la Ciudad de México, a invitación del gobierno mexicano y en las redes sociales se generó una tormenta de opiniones. En este caso, los usuarios, «el respetable», no estuvo nada contento con la llegada de un candidato a la presidencia de Estados Unidos porque este señor se la ha pasado insultando a los mexicanos, ha «amenazado» —si vale la expresión— con poner un muro fronterizo que, dice él, pagaríamos los mexicanos en su construcción.
Nos ha dicho desde violadores hasta asesinos pero viene a México, no se disculpa y, además, mantiene sus dichos. Jorge Castañeda dijo ayer que «estaba tan perplejo como todos los mexicanos». En las redes sociales las expresiones en contra del candidato Trump eran evidentes en su rechazo: memes que literalmente lo insultaban, entre muchas otras formas de decir que a ese señor en este país no lo queremos.
Pero antes de ello tenemos otros ejemplos. Uno de los más característicos se repite año con año, y es el rechazo al esquema de donaciones del Teletón, que ha hecho una labor social probablemente muy grande al país pero que ha adolecido de una forma que verdaderamente transparente los ingresos, como se usa el dinero, cómo poder deducir por parte de los que donan, el hecho de estar cobijado por la televisora más grande de México, Televisa, etcétera.
Con los años han empezado a buscar abrirse más pero parece ya tarde. Las redes sociales y su rechazo al sistema del Teletón parece que finalmente acabará con él. A decir de Fernando Landeros, presidente del Teletón, «se ha enfriado el corazón de los mexicanos». Y antes de echarnos a llorar por ello, pensemos qué se hizo mal en todo este modelo para que aprendamos de la experiencia en lugar de andar repartiendo culpas.
Hay muchos ejemplos, sin duda, en donde las redes sociales han empezado a permear en la opinión pública y tal vez una de las expresiones más interesantes de este fenómeno se dio apenas hace unos días después de que falleciera el cantautor Juan Gabriel.
El «Divo de Juárez» fue un personaje más que popular en el país y a la mayoría de la gente le dolió la partida de uno de sus más grandes ídolos. En un país como México donde faltan héroes, que desaparezca alguien como Juan Gabriel es sin duda un golpe fuerte al estado cotidiano de los mexicanos.
Pero he aquí que salió Nicolás Alvarado, director de TV UNAM, quien ha hecho de la cultura su modus vivendi. Alvarado escribió sobre la muerte del cantante un artículo en donde indica que Juan Gabriel fue uno de los letristas más torpes y chambones de la historia de la música popular, y agregó en su artículo: «Creo que a estas alturas no necesito acreditar el respeto que me inspiran cierto productor de la televisión comercial ni mi afinidad por la cultura gay. Mi rechazo al trabajo de Juan Gabriel es, pues, clasista: me irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas, su histeria no por melodramática sino por elemental, su sintaxis no por poco literaria sino por iletrada».
Un artículo que fue más allá de lo polémico. Mucha gente se sintió insultada por ello y arremetió en las redes sociales contra el director de TV UNAM. Hasta hubo una petición en el absurdo organismo change.org para que el rector destituyese a Alvarado de su puesto. Hasta donde supe, ya la petición llevaba 50 mil firmas recaudadas.
Lo increíble es que toda esta presión parece haber dado resultado. Nicolás Alvarado presentó su renuncia al Rector de la UNAM y ésta fue aceptada. Las redes sociales han quemado en leña verde virtual al escritor por emitir sus opiniones al respecto de Juan Gabriel. Y sí, no fue «políticamente correcto» pero esta cacería de brujas -creo yo- ya está llegando a límites inimaginables.
Hace tiempo la cantante «Paquita, la del barrio» también expresó sus propias opiniones sobre la homosexualidad y fue destrozada en las redes sociales. Otros cantantes y artistas han tenido que cerrar -al menos temporalmente- sus cuentas en Twitter y Facebook porque después de cometer la indiscreción de hacer o decir algo que molestó al imaginario colectivo, se le echaron encima en las redes sociales y esto va más allá de quienes protestan, sino que llegan al insulto y a las peores amenazas, incluso de muerte, de personajes anónimos que deben ver muy gracioso actuar así.
En mi opinión, las redes sociales han llegado demasiado lejos y quizás tengamos que pensar en ignorarlas un poco más antes de que adquieran un poder monstruoso.