De un tiempo para acá, el mundo de los videojuegos se ha visto expectante, a la espera de la salida de los dispositivos que prometen traernos la Realidad Virtual de la mejor manera nunca antes vista. Y es que, ante un panorama tan lleno de posibilidades, no es de extrañar que la pregunta de si estamos frente a un cambio significativo, se encuentre latente.

Aunque hoy no vengo a aclarar esta incógnita, en realidad hablaré de un tema que va de la mano con todo este asunto y casi nadie ha tocado: la Realidad Virtual y su impacto en la discapacidad.

Hola, me llamo Adrián y tengo 27 años de edad. Se podría decir que nací con parálisis cerebral, discapacidad que me limita mucho físicamente; no puedo caminar ni controlar del todo mis movimientos, entre otras cosas. ¿Por qué te platico mi vida? Hace alrededor de dos semanas tuve la oportunidad de probar las Samsung Gear VR y creo que era importante establecer ese precedente para que mi opinión se pueda entender dentro de su debido contexto.

Siendo un amante de la tecnología que gusta de “testear” cada novedad que sale, puedo decir que no recuerdo cuándo fue la última vez que algo me sorprendió tanto. Si bien esta aproximación a la Realidad Virtual dista de lo que ofrecerán los dispositivos 100% dedicados a ella, la experiencia como tal fue bastante impresionante, viendo cómo un dinosaurio se acercaba y comía delante de mí. Pero, lejos de centrarme en esos dos minutos, quiero enfocarme en algo mucho más importante. Y es que mientras las usaba no pude evitar pensar en lo que esta tecnología puede hacer para una persona con alguna discapacidad.

No tomes esto desde un lado triste pero, como alguien acostumbrado a prácticamente vivir en su cuarto, sinceramente creo que poder experimentar cosas como estar en medio de un bosque, subirte a un juego mecánico o pasear por algún lugar, todo esto sin tener que salir de la habitación, sería una importante mejora en la calidad de vida.

Y detrás de mi apuesta por la Realidad Virtual hay una razón que quisiera que las compañías tengan muy presente: Al ser dispositivos que se controlan principalmente con movimientos del cuello y de la cabeza (y no de una parte del cuerpo con motricidad fina, como lo son las manos) pueden ser compatibles con muchas discapacidades, ya que en estas partes, en la mayoría de casos, no se pierde mucho control.

Mi conclusión tras usar por un par de minutos las Samsung Gear VR es que no puedo esperar a experimentarlo de nuevo, y muero de ganas por probar el Oculus Rift, Playstation VR y las HTC Vive, donde la posibilidad de interacción es mucho mayor. Ni siquiera puedo imaginar lo que sería descender por una carretera acostado en una patineta, o cabecear un balón hacia una portería. Sólo me queda pedirles a las compañías responsables de esos dispositivos que tengan en cuenta a las personas con alguna discapacidad, que tengan en cuenta que pueden cambiar nuestro día a día.

Si quieres conocer más sobre Adrián Salazar puedes ver la siguiente cápsula y, si deseas donar recursos económicos para apoyarlo, puedes hacerlo en este link.


Adrián Salazar tiene 26 años de edad, nació en Monterrey, Nuevo León, y nació con parálisis cerebral. Lejos de que esto lo detuviera, encontró en su pie derecho la herramienta perfecta para comunicarse a través de una computadora; esto lo ha ayudado a conseguir empleos vía remota en empresas de Chile, Ecuador y Japón como redactor, corrector de estilo o Community Manager.    Es @apoh07 en Twitter.