El pasado 24 de marzo, el Parlamento Británico de la ciudad de Londres fue sede de un ataque terrorista en el que fallecieron 3 personas y poco más de 70 resultaron heridas. A pesar de que el ataque terrorista no trajo consigo un cúmulo de víctimas, el gobierno de Reino Unido ha pedido a la popular aplicación de mensajería, WhatsApp, que requiere de una puerta trasera por cuestiones de seguridad nacional.
Una puerta trasera es una apertura a través de la cual se pueden burlar los sistemas de seguridad y así tener acceso al sistema, claro que una puerta trasera requiere de una serie de secuencias y códigos para acceder sin problema, de esta forma se evita que “cualquier persona” pueda aprovecharse de esta abertura.
Prácticamente lo que el gobierno pide a WhatsApp es tener acceso a todas las conversaciones e información de los usuarios para que las agencias de inteligencia como el Mi6 puedan interferir en posibles ataques terroristas, salvaguardando la seguridad y vida de los pobladores del Reino Unido.
Esta no es la primera vez que se suscita un debate y petición de puerta trasera a WhatsApp por parte del gobierno de Reino Unido, ya que después del ataque terrorista al medio Charlie Hebdo en Francia, el entonces Primer Ministro David Cameron solicitó a la compañía de Mark Zuckerberg las herramientas para intervenir en los mensajes de los usuarios, pues el cifrado de extremo a extremo volvía inoperantes a las agencias de inteligencia y policía del país, situación que llevó al gobierno a debatir la posibilidad de cerrar todos los servicios de mensajería instantánea en Reino Unido si no participaban activamente con el gobierno.
La Ministro del Interior del Reino Unido, Amber Rudd, ha declarado lo siguiente:
“Tenemos que asegurarnos de que las organizaciones como WhatsApp no proporcionan un lugar secreto para que los terroristas se comunican entre sí”
Estos comentarios despertaron una ola de críticas a la Ministro y despertaron nuevamente el debate que existe entre los desacuerdos de las entidades gubernamentales y las compañías de tecnología.
Recordemos que hace unos meses el FBI solicitaba a Apple el desbloqueo del iPhone de uno de los agresores del tiroteo en San Bernardino, California. Claro que la compañía se negó rotundamente a realizar este proceso argumentando que el cifrado de la compañía evitaba que incluso ellos pudieran acceder a la información sin activar el sistema de seguridad del iPhone, situación que llevó al FBI a pagar más de un millón de dólares a un grupo de hackers para desbloquear el equipo, aunque según el FBI no encontró información relevante para el caso dentro del dispositivo del agresor.
Es entendible hasta cierto punto que las agencias de inteligencia busquen la forma de proteger a los ciudadanos de posibles ataques terroristas, aunque esto parece más una excusa que una solución efectiva, según el anterior jefe de seguridad cibernética del Ministerio de Defensa del Reino Unido, el general Jonathan Shaw, menciona que el gobierno de Reino Unido solo quiere aprovechar el momento para tener concesiones por parte de varias empresas de tecnología, ya que una puerta trasera solo sería un remedio temporal para este tipo de problemas debido a que las organizaciones criminales y terroristas siempre encontrarán la manera de seguir adelante, por lo que los usuarios serían los únicos afectados a largo plazo, pues el gobierno podría acceder a sus conversaciones privadas cuantas veces lo requiera.
A pesar de que las diferentes compañías tecnológicas defienden el cifrado de la información y alegan que es una pérdida de tiempo el obligarlos a renunciar a estas medidas, ya hay casos puntuales como en Brasil, donde el servicio de WhatsApp ha sido suspendido temporalmente por no ayudar con las investigaciones policiacas de este país, claro que este no ha sido motivo para que WhatsApp elimine el cifrado punto a punto en esta región.
El dilema está presente y el debate se encuentra sobre la mesa, ¿es necesario renunciar a la privacidad con tal de “garantizar” nuestra seguridad?, ¿ayudaría en algo que las agencias de Inteligencia puedan acceder a nuestra información de manera “legal” o con permiso de las empresas tecnológicas?, porque recordemos que la NSA robaba (e incluso puede que siga haciéndolo) información y espiaba a los usuarios de todo el mundo con la justificación de “evitar” otro ataque terrorista como el de aquel martes 11 de septiembre.
Si no es suficiente el hecho de aceptar los acuerdos de términos y condiciones que permiten a las empresas utilizar nuestros datos personales para poder obtener beneficios económicos de ellos con base en la publicidad personalizada, ¿es entonces necesario cruzar el difuso límite de esta “privacidad” para permitir que cualquier gobierno pueda acceder a los datos de nuestro teléfono o a las conversaciones personales que tenemos en él con la excusa de garantizar la seguridad de un país?