El Sr. Turnbull, el Primer Ministro de Australia, ha dicho que las leyes de las matemáticas quedan en segundo lugar con respecto a las leyes de su país, sobre todo en lo que respecta a la privacidad y encripción. Bajo la nueva legislación propuesta por el gobierno australiano, las apps de mensajería como WhatsApp y el iMessage de Apple, podrían ser forzados a dejar de mandar textos cifrados.
Cuando un periodista le preguntó si la tecnología de la encripción pudiese controlarse para así luchar contra la criminalidad, pues es claro que no hay manera de decodificar los mensajes cifrados si no se tienen las contraseñas correspondientes, el Primer Ministro contestó de la siguiente manera: «Bueno, las leyes de Australia prevalecen en Australia, eso se lo puedo asegurar. Las leyes de las matemáticas son muy recomendables, pero la única ley que se aplica en Australia es la ley australiana».
Y agregó: «No soy criptógrafo, pero lo que estamos buscando hacer es asegurar la ayuda de ciertas empresas (se refiere a WhtasApp y Apple), quienes tienen que enfrentar sus responsabilidades. No pueden ellos simplemente lavarse las manos y decir que ellos no tienen nada que ver».
Es obvio que el Primer Ministro no sabe que las leyes de las matemáticas no están a discusión y que desde luego, suponer que podrá convencer a WhatsApp y Apple de quitar sus sistemas de cifrado en los mensajes, es por decir lo menos, muy ingenuo.
Turnbull comentó lo siguiente: «No estoy haciendo simplemente hipótesis. Lo importante es reconocer el reto y llamar a dichas compañías para que nos ayuden». Y agregó: «Estoy seguro que ellos saben que deben ayudar moralmente. Moralmente deberían hacerlo». Es claro que el cifrado de archivos es el lugar perfecto para esconderse de las autoridades, pues solamente el que manda y quien recibe el mensaje, pueden descifrarlo.
Desafortunadamente para el gobierno australiano, el cifrado de archivos es finalmente un derecho que tienen los usuarios en los países libres. Podemos casi asegurar que ni Apple o WhatsApp quitarán su encripción en Australia para darle gusto al gobierno y si lo hiciesen, muchos usuarios seguramente cambiarían de servicio.
George Brandis, por su parte, quien es el Abogado General de Australia, ha dicho que la agencia de seguridad británica GCHQ le ha asegurado que es posible decodificar los sistemas cifrados. Esto da la impresión de que este señor no tiene idea de la imposibilidad real de descifrar mensajes con la suficiente rapidez. Ya se puede demostrar matemáticamente que los esquemas de encripción son muy complejos y prácticamente seguros para que la información no pueda decodificarse.
Facebook, el dueño de WhatsApp, ha dicho: «Apreciamos los esfuerzos que hacen las autoridades y entendemos la necesidad de que hagan las respectivas investigaciones. Por ello tenemos un protocolo listo para responder a las necesidades de ellos. Pero al mismo tiempo, debilitar los sistemas de cifrado significaría también hacerlo para todos los demás, no sólo los criminales».
La nota sobre Turnbull quizás deba leerse desde otra perspectiva: los gobiernos ya han llegado a la madura conclusión que las redes sociales, las comunicaciones extraordinarias vía apps como WhatsApp, por ejemplo, son ya un producto que está en manos de todos y que además, por la seguridad y derecho de los usuarios, pueden si quieren cifrar sus conversaciones si no es que ya WhatsApp lo hace por quienes acceden a este sistema. Y es que los gobiernos han puesto a todos los que cifren sus datos como si fuesen delincuentes. Es probablemente un asunto que ya debe ventilarse no sobre cómo atacar la criminalidad, sino de usar el único recurso que conocen los gobiernos, prohibir, para que ellos estén tranquilos y controlando la situación.
Y si alguien duda de esta afirmación, Amber Rudd, Secretaria del Reino Unido, que trata de estos temas, ha dicho que el cifrado de conversaciones es «totalmente inaceptable», mientras que la Primera Ministra de Gran Bretaña, Theresa May, ha acusado a los gigantes de Internet de darles a los terroristas «espacios seguros» para comunicarse.
Referencias: The Independent