Los creadores de contenidos, por muchos años, han sido protegidos por las leyes de los derechos de autor, que hasta donde entiendo, existen en la mayoría de los países. Es claro que quien produce una obra debe ser quien pueda explotarla. Esto pueden hacerlo por una cantidad de años para después pasar al “dominio público”. El total de años para poder explotar una obra no es la misma para todos los países. Cada uno tiene su propia legislación al respecto.
Con Internet las cosas -con los años- han cambiado. Ahora, con la facilidad para copiar y reproducir las obras de terceros, con el poder de la digitalización, que está a la orden del día, los creadores de contenidos, los autores, están siendo copiados indiscriminadamente y por ende, no perciben las regalías ni pueden sacar el dinero que antes sacaban por la explotación de las obras.
En un inicio fue la música ya en formato digital, primero como archivos wav y poco después con el mecanismo de compresión mp3. De ahí la reproducción de discos compactos y DVDs se volvió algo cotidiano. Ahora ni los libros se salvan. En el planeta hay un montón de personajes que escanean obras literarias, libros de texto, libros con imágenes, etcétera sólo por amor al arte, es decir, para poner las obras accesibles. Igualmente, en algunas facultades de ciertas universidades del país, se escanean libros de texto para que estos sean más accesibles a los estudiantes. El futuro es digital, copiable, transmitible fácilmente de un lado al otro del mundo en instantes. Y eso, a pesar de sus ventajas, tiene sus propias desventajas, que afecta los intereses de los autores.
Por ello, la campañas para -en un principio- defender a los creadores de contenidos, han buscado cabildearse en los diferentes países. Así vimos nacer ACTA, SOPA, PIPA, entre otras, pero ninguna ha podido pasar porque pone en peligro la libertad de la red de redes, porque en el fondo se busca controlar a los usuarios de Internet y así hacer que algunos países sean algo así como el Gran Hermano, ese personaje de la novela “1984”, de George Orwell, en donde un gran ojo en cada cuarto de cada casa y departamento, ve lo que pasa a todo momento.
Pero evidentemente esto no es el final de la historia. Ahora hay quienes buscan defender a toda costa sus derechos de autor pidiendo, por ejemplo, que al copiar un fragmento de un artículo, se le paguen derechos de autor. El National Post, de Canadá, se le ha ocurrido proteger algunos de sus artículos de manera que al marcarlos en el navegador, aparece una leyenda diciendo que hay que pagar 150 dólares por el uso de ese material. Es decir, hay que comprarles una licencia.
La realidad se ve complicado que la gente vaya a pagar por copiar una cita de un medio electrónico. Es más, la premisa es ésta: si lo estamos viendo en nuestra máquina, se puede copiar. Los intentos por proteger las obras de esta naturaleza son francamente inútiles. El National Post hace su primer intento, pero me queda claro que más de uno verá potencial en esta idea. Sin embargo, parece inútil en términos reales. Copiar contenidos que aparecen en nuestros monitores es prácticamente imposible.
El periódico Reforma ha intentado proteger los contenidos digitales. Si usted da click derecho sobre la imagen de un artículo de dicho periódico, hallará que le sale la leyenda “Derechos Reservados (C) C.I.C.S.A”. Pero existen muchísimos programas e incluso, dentro del sistema operativo hay manera, de copiar el contenido de la pantalla a una imagen. Es decir, es una protección poco menos que absurda.
En Canadá se está intentando modernizar las leyes de los derechos de autor. El Acta C-11 dice que se les permite a los canadienses copiar contenido de un dispositivo a otro, por ejemplo, de un CD a una computadora o un iPod. Esto, sin embargo, no se aplica a contenidos protegidos por un candado digital, el cual es una medida tecnológica, como la encripción o las firmas digitales, que los dueños de los contenidos usan para restringir el acceso o prevenir que se copien dichos contenidos en CDs, DVDs, libros electrónicos, archivos digitales y otros materiales.
¿Será esto la nueva ley de derechos de autor? ¿Podrá funcionar? ¿Usted, qué piensa?
Referencias: