Cuando algo es gratis, siempre lo termina pagando alguien más. Con excepción de los rayos solares, todos los bienes y servicios en esta vida tienen un costo, al menos el costo económico de oportunidad. Pueden llamarme desconfiado pero es complicado creer en proyectos que buscan proveer el servicio de internet gratis.
El caso de éxito más común corresponde a las cafeterías de Seattle que invadieron el mundo con el internet gratuito para sus consumidores. Si bien el tiempo en el que comenzaron su expansión coincidió con el crecimiento exponencial de la conectividad mundial, no resulta muy diferente de la invención del baño sólo para clientes. Además, así como gratuito –proveniente del español: nadie lo está pagando– pues tampoco, las personas terminan comprando el servicio de internet en el sobreprecio que llevan las tazas de café, el cual sirve también para pagar la renta, los salarios de los empleados, la luz, el agua y el mantenimiento de las mesas y sillas, por mencionar solo algunos gastos. Y hoy, contar con un internet ‘gratuito’ para sus clientes, ya es una práctica común en bares y restaurantes.
En este mismo sentido, los parques y plazas públicas que tienen WiFi gratuito para los ciudadanos, a menos que seas un orgulloso evasor fiscal, el mismo servicio ha sido financiado por los contribuyentes cautivos y probablemente creamos que nos lo está regalando la autoridad en turno. Lo que es cierto, es que podrían disminuir los impuestos que pagamos si eliminan ese tipo de servicios públicos.
Adicionalmente, existen proyectos recientes como Outernet, diseñado por el Fondo de Inversiones para el Desarrollo Mediatico (o MDIF por sus siglas en inglés), el cual busca dar acceso público gratuito a la web de forma satelital para combatir la censura en países como China o Corea del Norte. Sin embargo, el director de innovación del MDIF ha declarado que se necesitarían 12 mil millones de dólares para llevar este proyecto en marcha para mediados de 2015. Entonces ni tan gratuito, ¿no? Es más, resulta preocupante, ¿quién lo va a pagar y qué va a obtener a cambio?
Y no es que esté en contra de internet, por el contrario, creo que es la herramienta más democratizadora que ha inventado el hombre y todos deberíamos tener acceso irrestricto; sino que me parece un exceso la petición de internet gratuito cuando ni el agua es regalada. Incluso, el servicio de internet al ser gratuito no tendría la calidad ni la velocidad esperada por los usuarios. Entiendo que existen grupos vulnerables que con políticas públicas progresivas tendrían más oportunidades de desarrollo y crecimiento, pero aún así me causa conflicto la expresión “internet gratis”.
En contraparte, la iniciativa Internet.org de los gigantes tecnológicos –Facebook, Samsung, Ericsson, MediaTek, Microsoft Mobile, Opera Software y Qualcomm– no busca llevar internet gratuito sino internet a precios asequibles para todo el mundo al incrementar la eficiencia y facilitar el desarrollo de nuevos modelos de negocio a partir de internet, ya que por ejemplo, en los noventas existieron algunos modelos de internet gratuito por medio de publicidad pero resultaron en un fracaso. Sólo tengamos cuidado en que no terminemos pagando el acceso a internet con nuestros datos personales sin nuestro consentimiento.
Así, más que buscar modelos de internet gratis, lo ideal es desarrollar modelos de negocio sustentables en el mediano y largo plazos que tomen en cuenta la creciente demanda mundial por datos bajo un esquema de competencia efectiva. Ese sería el precio más bajo que podríamos obtener como internautas.
Ahora, que si nos referimos al internet libre, sin censura y dentro de la neutralidad de la red, ese sí es un tema que me gusta para discutir a profundidad.
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