En estas semanas pasadas se ha hablado de legalizar la marihuana. De hecho, la Suprema Corte de México dio su aval para que cuatro personas pudiesen usar la dicha droga con fines recreativos. Esto ha despertado el debate sobre generalizar tal legalización. ¿Es posible que la gente pueda consumir la marihuana con fines recreativos y sin perjuicio a la salud? Los que abogan por esta legalización indican que incluso, la droga tiene propiedades curativas. Otros lo ven como lo que sería un nuevo problema de salud pública, apelando al argumento de que “no hay droga que no tenga efectos adversos”. Pero mientras se ventila todo este asunto, en Estados Unidos se ha hallado que hay una nueva manera de mejorar la creatividad y productividad. Y no se trata de hacer cinco horas de meditación.
La idea es la de administrarse micro-dosis de drogas que altera los estados de percepción, por ejemplo el LSD. Hay quienes han empezado con esta práctica e indican que al final del día lograron más ventas, hablaron con más personas o encontraron soluciones a sus problemas técnicos. Una micro-dosis es algo así como la décima parte de una dosis normal, cerca de 10 microgramos de LSD o 0.2 a 0.5 gramos de hongos alucinógenos. La dosis es sub-perceptual, suficiente -dice Rick Doblin, fundador y director ejecutivo de la Asociación Multidisciplinaria de los Estudios Psicodélicos- “para sentir un incremento pequeño de energía, un poquito más de visión, pero no demasiado como para perder la perspectiva”.
En la conferencia sobre investigación psicodélica en el 2011, james Fadiman, autor de la Guía Exploradora de la Psicodelia, introdujo las micro-dosis al discurso popular cuando presentó los resultados de los datos de una encuesta que estuvo recolectando, empezando con sus experimentos propios, personales con estas micro-dosis (lo cual no es lo más científico, eso de ser investigador e investigado, pero en fin). Desde entonces, dice, el número de personas describiendo sus experiencias, -o pidiendo consejo- se ha incrementado constantemente.
De acuerdo a Fadiman, los reportes vienen de todas partes del mundo, pero que hay una tendencia consistente de que esto se originó en San Francisco. El perfil típico es “gente inteligente, de veintitantos años”, curiosos de ver si las micro-dosis pueden ayudarlos en sus trabajos, en los problemas técnicos que enfrentan y además, ser más innovadores. “Esto es una alternativa más sana al Adderall“, dice Fadiman, refiriéndose a una droga popular entre los programadores.
De acuerdo a Fadiman, para tener mejores resultados se recomiendan micro-dosis cada cuarto día, tomando la droga en la mañana y trabajar de manera normal en su rutina diaria. Los que han probado esta idea le han dicho que las micro-dosis regulares han aliviado problemas incluso de depresión, migrañas o el síndrome de la fatiga crónica, además de incrementar el pensamiento fuera de lo tradicional. “Las micro-dosis han ayudado a salir con nuevos diseños para explorar y nuevas maneras de pensar”.
Referencias: