Todos parecen estar de acuerdo en que Internet es un lugar para el intercambio ilimitado de ideas. No hay realmente censura y se puede discutir prácticamente cualquier tópico. Sin embargo, de acuerdo a un reporte de NPR, los investigadores han encontrado que comentarios rudos, de mal gusto, sobre muchos artículos, pueden cambiar la forma en que interpretamos las noticias.
Lo vemos en todos los foros, sin distinción de país, por ejemplo. Noten los comentarios que muchas veces se hacen incluso aquí, en unocero. Hay quienes encuentran un extraño placer en insultar o hablar pestes del tema del que swe trate. “Es como en el salvaje Oeste, los trolls están ganando”, dice Dominique Brossard, coautora del estudio sobre el llamado “Efecto desagradable” (nasty effect).
Los investigadores trabajaron con un escritor para construir una historia balanceada sobre una noticia sobre tecnología, en donde se planteaban pros y contras, un tema que no es común y que no mucha gente está familiarizada con el mismo. Cuando se les preguntó a 1183 sujetos para que leyeran el artículo de un periódico de Canadá, que discutía la contaminación de las aguas por nanopartículas de plata y los beneficios antibacteriales, la mitad de los que vieron la historia hicieron comentarios políticamente correctos. Sin embargo, la otra mitad hizo comentarios rudos y desagradables, como éste: “si no ves los beneficios de usar la nanotecnología en estos productos es porque eres un idiota”.
Quienes leyeron los comentarios políticamente correctos no cambiaron sus puntos de vista sobre la historia leída. En contraste, quienes leyeron los comentarios rudos y desagradables se polarizaron, se pusieron más en contra de la tecnología que a su favor. Brossard dice que una explicación es que al usar comentarios desagradables se busca un atajo para entender temas complejos.
La coautora entonces indica que no hay una solución sencilla a todo esto (PDF), y que piensa que es importante que los medios definan la línea entre comentarios en contra de algo y aquellos que se salen de cualquier control. Es posible que las normas sociales en este nuevo mundo cambien de nuevo, con usuarios que se esconden en seudónimos en lugar de buscar cultivar un debate civilizado. “Mientras tanto”, concluye Brossard, “cuidado con el efecto desagradable”.
Referencias: