A los ladrones les llamamos rateros, que viene de la palabra rata, la cual identifica a un animal rastrero que vive en la oscuridad, en las cloacas, a nuestra sombra. Si vemos ratas en alguna parte, probablemente buscaremos la manera de eliminarlas. Hay razones para ello: son un medio para propagar enfermedades y de hecho, la peste negra fue debido a las ratas. Estos roedores son capaces de acabar con todo a su paso. Comen lo que sea y terminan con cosechas, con todo. Se llevan el producto de otros cada vez que se les deja. Por eso hay que mantenerlas a raya.
Así hablamos de los ladrones como esos personajes que viven en las cloacas y que buscan quitarnos lo nuestro. Y a esto le llaman en Internet «phishing» lo cual es, estrictamente, suplantar la identidad de alguien, ya sea en un correo electrónico, indicando que son por ejemplo, el banco X y que por alguna razón, nos piden actualizar nuestros datos. Lo que buscan es agarrarnos desprevenidos y entonces hacer que pongamos datos como la tarjeta de crédito y los números de seguridad para así usar las tarjetas de terceros en su provecho.
Esto es la delincuencia, que en Internet es cotidiana y lidiamos con ella porque si se es un usuario educado, no caeremos tan fácilmente en estas prácticas fraudulentas, pero no hay que confiarse, al mejor cazador se le va la liebre. A cualquiera le puede pasar. No hay que bajar la guardia.
Quienes mandan programas virulentos en una supuesta forma de un archivo PDF, el cual tiene una extensión final .SCR o .EXE, nos buscan engañar para que abramos ese archivo y nos contaminemos. La razón de esto es que algunos virus ahora encriptan los datos de las computadoras que han infectado y después piden «rescate» a los usuarios, o perderán su información. Ya hemos hablado antes de esto. En otras ocasiones la idea es infectar nuestras máquinas simplemente por el placer de hacerlo, porque sino, no se explica uno a cuenta de qué tanta maldad, o tanta estupidez ajena.
Y si hablo de esto es porque acabo de recibir un mensaje de phishing, el cual supuestamente es de Bancomer y en donde se me indica que mi cuenta ha sido suspendida (aunque no tenga cuenta en Bancomer, caso curioso), y que para reactivarla debo dar mis datos. Si ven la imagen que ilustra este artículo verán que el sitio www.bancomer.com.mx me remite a www.bancomert.com.mx. Ah, una letra que hace toda la diferencia y que incita al error, pensando que estamos en el sitio oficial. El defraudador saca ventaja de todo, de la discriminación que hace nuestro cerebro al leer, que no lee letra por letra, sino que aparentemente lee bloques, «tokens», y es por ello que muchas veces se nos van errores en los trabajos escritos a pesar de haberlos revisado a conciencia.
La cuestión aquí es que para no caer en estos trucos debemos saber que existen y ante la promoción de usar Internet con atención, las probabilidades de que nos engañen resultan menores. Por ello las campañas de divulgación para evitar a estos defraudadores deben basarse en que se muestre a los usuarios que siempre puede acechar un ladrón buscando sacar ventaja de nosotros. Y como finalmente en Internet somos de alguna manera anónimos (hasta cierto punto), pues estos delincuentes creen que el daño es menor porque no ven a sus víctimas. Cabe decir que muchos navegadores ya avisan si notan que los enlaces a los que se hace referencia no son iguales a los enlaces descritos, por lo que los propios sistemas nos ayudan a evitar de alguna manera que seamos engañados en nuestra buena fe.
Lo lamentable y triste, creo yo, es darnos cuenta de la terrible naturaleza humana, que tiene su reflejo en lo que hacemos en Internet. Los trucos sucios, el buscar quitarnos nuestro dinero, el intentar engañarnos, es el pan de cada día. ¿En serio así somos como raza humana?