La nave Curiosity, que escudriña el planeta rojo, ha usado ya sus instrumentos SAM (Sample Analysis at Mars) y CheMin (Chemistry and Mineralogy), para analizar a detalle las primeras muestras del terreno marciano. Estos instrumentos le han permitido al Curiosity desarrollar una amplia gama de pruebas estructurales y químicas, las cuales encontraron signos de una química muy compleja y activa en el terreno analizado, pero sin signos de posible vida.

Las muestras fueron tomadas de la zona de arena llamada Rocknest, cuya composición fue antes encontrada por el espectrómetro de rayos X de partículas alpha (APSX) y el espectrómetro de laser inducido (ChemCam), y que es muy parecida a las rocas volcánicas de la Tierra.

Una muestra del terreno en Rocknest fue examinada usando la cámara de difracción CheMin, quien mandó un rayo de rayos X a través de la muestra, tomando entonces una imagen después de que se difractaron los átomos en la muestra misma. Los resultados mostraron que el terreno es más o menos la mitad de lo que podría esperarse del suelo volcánico, con minerales y materiales como el cristal volcánico. Estos resultados son consistentes con los resultados hallados con la el APXS y la ChemCam. Esto habla del cuidado que la NASA ha tenido al diseñar estos instrumentos y sobre las pruebas que el Curiosity debería poder hacer.

Otra muestra diferente del suelo marciano, en esa misma área del Rocknest, fue estudiada por SAM, el cual es en esencia un laboratorio diseñado para analizar gases a partir de su composición química e isotópica. SAM inició calentando la muestra para poder analizar los gases que se produjeran. Estos gases pasaron por un cromatógrafo de gases, un instrumento que separa los gases mezclados en sus diferentes componentes, basados en su actividad química. Esto permite saber el número de componentes y la información sobre las diferentes características químicas a medir.

En la medida que los componentes gaseosos emergen del cromatógrafo, se ionizan y se dirigen al espectrómetro de masa cuadrupolar del SAM. Este dispositivo usa campos eléctricos para separar las partículas cargadas que tienen diferentes masas moleculares, de acuerdo con su carga eléctrica. El espectrómetro del SAM es capaz de detectar y determinar la masa (pero no la composición) de, por ejemplo, moléculas orgánicas que tengan hasta 40 átomos de carbón.

El espectómetro ajustable laser (TLS) es la última parada para las muestra de gas que están siendo analizadas. Al contrario de los instrumentos previos del SAM, el TSL es solamente sensible al metano, al dióxido de carbono, al agua, pero puede detectar estos gases con una precisión de partes por mil millones. Así, puede medir la abundancia relativa de los isótopos de hidrógeno, carbono y oxígeno en esos gases. Estas mediciones son firmas importantes para muchos procesos geofísicos y astrobiológicos.

Los análisis del SAM mostraron que hay agua, dióxido de carbono, hidrógeno, sulfatos, dióxido sufúrico y una variedad de hidrocarbonos clorinados. Se halló deuterio en las muestras de agua en cinco veces la concentración que puede hallarse en la Tierra, pero estando adecuados al vapor de agua atmosférico. Cuando Marte perdió su atmósfera, se conjeturó que la mayoría del hidrógeno se perdió, llevando así a una buena cantidad de deuterio.

El medio ambiente marciano contiene todos estos elementos, los cuales pueden reaccionar para formar estos compuestos si hay un catalizador para ello, por ejemplo, un relámpago (energía eléctrica, pues). La NASA dice que ninguno de estos experimentos es evidencia de vida en Marte, especialmente cuando se combina con la no detección de metano en la atmósfera.

“No tenemos una detección definitiva de materia orgánica en este momento, pero estamos viendo diversos medios ambientes en el cráter Gale”, dijo el investigador principal del SAM, Paul Mahaffy, del Goddard Space Flight Center en Greenblet, Maryland.

Referencias:

NASA