Hoy en día todos hablan de las redes sociales. Muchísima gente, la mayoría con acceso a Internet, tiene una cuenta en Facebook y/o Twitter, y comparte lo que piensa, sus amistades, sus eventos, etcétera. Pero más allá de eso, las redes sociales bien pueden pintarnos de cuerpo entero como sociedad y como en todas ellas, hay cosas buenas y cosas malas. De hecho, no se piense que en Facebook, por ejemplo, todo lo que se dice -en promedio- es sensato. Más bien es un reflejo de lo que somos, del momento histórico que nos tocó vivir, etcétera.
Pensemos en la ecología y el cambio climático. Son temas que se habla consistentemente en las redes sociales y evidentemente hay muchas voces que se levantan contra el abuso de ciertos grupos humanos, empresas muy poderosas, porque para extraer el petróleo, por ejemplo, hacen atrocidad y media al medio ambiente. Y reclamamos en Facebook aunque nos olvidemos que probablemente para la mayoría de los que viven en las grandes ciudades, ya el ser humano acabo con muchos ecosistemas para poder construir edificios, casas habitación, escuelas, hospitales, etcétera. Es decir, no existe eso de “ganar-ganar”. Si se hace algo en beneficio del planeta al mismo tiempo generamos una serie de dificultades al mismo.
Pensemos en la energía eléctrica. Suena una posibilidad interesante para seguir evitar consumir hidrocarburos. Pero no pensamos jamás que mucha de la electricidad que usamos se genera gracias a la quema de hidrocarburos. Es decir, la energía eléctrica de nuestras casas no llega de la nada. Y si pensamos que casi la mitad de la energía eléctrica que pasa por los cables se disipa en calor, entonces estamos de nuevo ante este esquema de que siempre que se gana algo, se pierde otro tanto. La Naturaleza en ese sentido es muy justa y ética. Siempre hay un balance.
Y si hablamos de especies en peligro, cuando alertamos al respecto, pareciese que otros son los malos porque de verdad que yo no he hecho nada contra el rinoceronte blanco, por ejemplo, y aun así la especie está al borde de la extinción. ¿Quién tiene la culpa? Esos malhechores que solamente ven su beneficio personal. Puede ser, pero en muchos casos el que desaparezcan especies es parte de los ciclos naturales. No es algo que no pase y ha pasado en todos los tiempos. Esto, desde luego, no es pretexto para permitir que sigan matando rinocerontes blancos, pero es evidente que muchas veces conocemos solamente un pedazo de la verdad y no toda y a partir de esto, hacemos juicios de valor poniéndonos como los buenos mientras quién sabe quiénes son los perversos del planeta.
Facebook y Twitter, las redes sociales nos pintan sobre nuestros ideales, nuestras mejores virtudes y nuestros peores defectos. Son un espejo de lo que somos y nos muestra como ignorantes en mil cosas, de hablar de situaciones de las cuales tan siquiera tenemos nada de información y de nuestros prejuicios debido muchas veces a lo que no sabemos. Cualquiera que quiera hacer un estudio sobre la naturaleza humana ahí tiene un universo hace pocos años desconocidos: las redes sociales. De ahí pueden salir muchas conclusiones.