En 1938 Leonarde Keeler, del Departamento de Policía de Berkeley, en California, creó el primero detector de mentiras al que llamó polígrafo de tres canales, pues medía las reacciones fisiológicas de alguien que era interrogado para así poder saber si decía o no la verdad. Este polígrafo imprimía sus resultados en papel, y eran tres gráficas que medían diferentes respuestas del cuerpo humano como la presión arterial, la frecuencia de la respiración o bien la resistencia eléctrica de la piel (que se mide con un galvanómetro, instrumento que usa la Dianética para embaucar a los creyentes de las enseñanzas de Ron L. Hubbard).

Los polígrafos se han llamado detectores de mentiras pero ninguno ha sido usado legalmente en una Corte porque no hay datos concluyentes que validen si alguien miente o no. Los creyentes de este artefacto consideran que hay una correlación directa entre una persona que responde con una mentira a una pregunta determinada y sus reacciones fisiológicas. A pesar de la cantidad de años que han pasado, no hay un sustento adecuado a pensar que esta correlación entre la fisiología de un individuo siempre se da cuando se miente o se dice la verdad. De hecho, ni siquiera se ha podido demostrar que todos los seres humanos presenten este tipo de reacciones diferenciadas al realizar afirmaciones verdaderas o falsas.

No obstante esto, un prototipo de software creado por los investigadores de la Universidad de Michigan, afirma que su programa es muy eficiente para mostrar si alguien está mintiendo o no. Lo mejor es que ni siquiera hay que medir las reacciones corporales de los individuos que se someten a esta prueba, vamos, no hay que conectarle ningún cable. El prototipo tiene interconstruidos una serie de patrones de las palabras y gestos que usa la gente para poder concluir si se miente o no. Los científicos en el proyecto afirman tener una precisión de un 75%, que si bien no es exageradamente buena, podría eventualmente mejorar y así terminar por imponerse en los juzgados norteamericanos.

La investigación sugiere que hay características que muestran cuando las personas están mintiendo. Tienden a mover sus manos más o bien, intentan sonar más precisos en sus dichos e incluso, miran a los ojos a quienes les hacen las preguntas, como para convencerlos que dicen la verdad. El sistema usa aprendizaje automatizado con un entrenamiento de 120 videoclips que se dieron en juicios reales. Los videos incluyen el testimonio de los que se defienden y de los testigos, y entonces se compararon sus resultados con los veredictos de esos juicios.

Independientemente de si el sistema progresará a un status de desarrollo más impresionante, es claro que esta nueva rama del aprendizaje automático está empezando a ser mucho ruido. Se está usando en nuevas ideas y problemas que antes no parecían poderse resolver fácilmente. Habrá que ver si este prototipo llega a convertirse en un sistema funcional.

Referencias:

TechEye