Otro ejemplo: cartas electrónicas de bancos en donde se me pide actualice los datos. Usan las imágenes de los sitios reales pero es claro que los cuestionarios que hay que llenar por Internet, en donde se pide muchas veces el número de tarjeta de crédito y el número de seguridad, además del nombre y las fechas de expiración del plástico, sirven para que alguien me meta un cargo a mi tarjeta y pague yo algo que jamás compré. Ya me pasó con mi anterior tarjeta de crédito. Alguien se hizo de mis datos (probablemente en algún local comercial, algún restaurante), y me quisieron “meter un gol” pagando 10 dólares de una cuenta en Skype y la compra de algo por más de 200 euros. Me quejé al banco. Desconocí esos cargos y me los quitaron. Con ello, también cancelaron mi tarjeta y me dieron otra. El punto es que probablemente mucha gente cae porque cree de buena fe que es el banco quien pide esa información. Desde luego que este phishing es ya muy común pero es obvio que se sigue usando porque la gente sigue cayendo en este truco.
Pero si esto les parece poco, hablemos de esos mensajes donde por quien sabe qué artes de magia, gané el primer premio en una lotería europea y debo contactarme con la empresa que hizo dicho concurso (la cual ni dominio específico tiene, sino que usan gmail o hotmail como servidores de correo). Y los correos me indican que me he ganado 200 mil, 400 mil y hasta un millón de euros. De nuevo, todo esto es ridículamente falso, pero quiero creer que hay quien cae en estos trucos y los “trasquilan” pidiéndoles cuotas de 100 a 200 dólares para los trámites y así poderles mandar su premio hasta su país de origen.
Pero hay más. Resulta que de vez en vez me llegan cartas de impresionantes modelos rusas, ojo verde o azul, guapérrimas, súper cuerpos, que quieren entablar una relación amorosa conmigo porque vieron mi perfil y obvio, les soy absolutamente irresistible. De nuevo, no hay esas mujeres que sufren por mí en Rusia. Son unos engañabobos que comienzan el intercambio de cartas y entonces le dicen a su víctima que pueden viajar a conocerlo. Basta con que el enamorado e irrestible personaje le pague el costo de la visa al menos, para que en unos días disfruten de un amor apasionado con una belleza exótica, que está dispuesta a todo. Historias de gente mandando dinero para las visas de sus rusas amantes y dándose cuenta que los engañaron, son comunes.
Y métanse a una sala de chat y observen cómo la gente miente. Todos los interlocutores son perfectos, ya sea física o moralmente. Físicamente seguramente hablamos con mujeres hermosas y los hombres son todos musculosos que se desviven en el gimnasio. La realidad, aprendemos pronto, es que la mentira es el factor común en estas salas de chat. Es finalmente un sistema más donde se ha pervertido la idea de estas salas. Pero de nuevo, ya lo sabemos y entonces nos acostumbramos que es así.
El asunto es que se observa la maldad humana. Son de esas acciones viles en donde parece que no hay ningún problema si alguien nos birla unos cientos de dólares. Pareciera que no hay víctimas en estos crímenes, en estos robos. Los que escriben estas cartas para engañarnos son un ejemplo de la maldad humana, en donde se quieren adueñar de lo mucho o poco que tenga la gente con lamentables trampas, buscando que en nuestra ingenuidad supongamos que recibiremos un beneficio, el que sea. Y lo más grave de todo esto es que parece ser que cada vez es más común, más frecuente y en donde tenemos que acostumbranos con esto en lugar de erradicarlo. ¿O no?