Uno de los acertijos más conocidos en matemáticas es el del personaje que se había ido de viaje y después de cierto tiempo estaba escaso de fondos. Solamente tenía dinero para mandar un telegrama, pero como en los telegramas se cobra por palabra, nuestro personaje tenía sólo dinero para tres palabras. Así, puso el siguiente mensaje “SEND + MORE = MONEY”. El destinatario entonces tenía que decodificar el mensaje, para mandarle la cantidad que se le solicitaba. ( ¿A todo esto, cuál era la cifra solicitada?).

Pues bien, ya en el mundo real, la India ha decidido terminar su servicio telegráfico despues de 160 años. Su último telegrama se generó el 14 de junio pasado y quizás sea el último telegrama que se haya mandado en el planeta. Cabe decir, sin embargo, que los telegramas son aún relevantes en muchos países. Más de 500 millones de personas que aún no tienen acceso a Internet o a un teléfono, los usan. Para ellos, es el telegrama la única posibilidad de comunicación digital posible.

El último telegrama viene después de que hace 144 años Samuel Morse enviara su primer telegrama in Washington y siete años después de que Western Union cerrara sus servicios en los Estados Unidos. En la India, el servicio telegráfico fue introducido por William O’Shaughnessy, un doctor británico -e inventor- que usó diferentes códigos por vez primera en 1850 para mandar un mensaje.

De acuerdo con el gerente de los servicios telegráficos de la India, el país pierde unos 23 millones de dólares por año debido a que ahora los mensajes SMS han convertido en el telégrafo en un servicio redundante y comercialmente invíable.

Hace 25 años, por ejemplo, en la India se mandaron 60 millones de telegramas y en ese país se tenían unas 45,000 oficinas telegráficas. Hoy en día existen solamente 75, aunque ellas están localizadas en 671 distritos a través de franquicias. La industria del telegrama, que alguna vez tuvo unos 12,500 empleados, ahora solamente tiene 998 trabajadores. De hecho, en la India el telegrama es considerada correspondencia legal.

Referencias:

CSMonitor