En el mundo de la tecnología, el pan de cada día es si la nueva versión de Twitter le copia a Facebook, o Telegraph a Whatsapp, o Instagram le copia a Vine, o Samsung a Apple, o iOS a Android, o X a Y, y viceversa por supuesto. Esto más que una estrategia exclusiva del espionaje industrial proviene de la innovación disruptiva y el cambio en las preferencias de los consumidores.
Claro que existen casos en los que la copia es descarada y afecta profundamente a las empresas. Sin embargo, ese tema le corresponde a los jueces aclarar y decidir cuándo se está infringiendo una propiedad industrial y los casos en que meramente se parecen dos cosas.
El tema aquí es que los avances tecnológicos crean nuevos productos, servicios y modelos de negocio. Éstos a su vez, modifican el estilo de vida de las personas, desde la forma en que trabajamos y consumimos hasta cómo nos comunicamos, por poner unos ejemplos. Y no necesariamente los mejores productos y servicios resultan los más exitosos, sino los que logran obtener una masa crítica de usuarios que aprendieron a utilizar esa tecnología específica.
¿Cuántas veces hemos visto que el rediseño de alguna página o app que cambia de lugar algunas funciones y botones resulta criticada por sus usuarios? En particular me parece cómico cuando sale un rediseño de Facebook y algunos usuarios hacen un grupo para que “nos regresen a la versión anterior”. Pero no perdamos de vista el punto de que los usuarios son los que desarrollan ciertas habilidades digitales en ciertas plataformas y se van creando este tipo de estándares. No todos somos expertos y podemos adaptarnos rápidamente a cualquier nueva invención.
Por ejemplo, cuando ya todos los internautas saben que el botón de home de cualquier página web se encuentra en la esquina superior izquierda, entonces ya no resulta una copia poner el botón de inicio de tu página en ese mismo lugar; sería desastroso que una página lo pusiera en otro lugar. De la misma forma, el establecer íconos para cada aplicación en un smartphone no es copiar un sistema operativo en particular; o hacer teléfonos inteligentes con pantalla táctil no es copiar a alguna marca en específico. Incluso, para muchos, el fabricar computadoras delgadas de color gris metálico es copiar pero no lo es en realidad o, ¿los colores se pueden patentar?
Lo que sucede es que una vez que un producto o servicio disruptivo logra ser exitoso -este tipo de innovaciones suceden con menor frecuencia, son las de mayor riesgo y, por lo tanto, las de mayores rendimientos- es entonces que el usuario decide cómo, cuándo y dónde lo quiere consumir. Y todas las empresas de ese nuevo mercado deberán alinearse al cambio en las preferencias de los consumidores o morir en el intento de ser fieles a su estilo, lo que termina haciendo productos y servicios similares.
Por eso es que la próxima vez que te preguntes por qué las empresas de tecnología se copian tanto, la respuesta estará en el cambio de nuestras preferencias como consumidores ante las innovaciones.
Si quieres conocer más puntos de vista sobre este tema, te recomiendo ‘El Valle de los Copiones‘ escrito por Javier Matuk en 2003.
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