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La Bahía Pirata

Cuando se quiere descargar contenido de la red es necesario recurrir a ciertos sitios que sirven como “coordinadores” de los famosos “torrents”. Un torrent es...

Cuando se quiere descargar contenido de la red es necesario recurrir a ciertos sitios que sirven como “coordinadores” de los famosos “torrents”. Un torrent es un archivo (por ejemplo, una película, una serie de televisión o una canción) que es puesta a disposición de los usuarios en general para que puedan copiarlo. Pero esta magia de los torrents tiene su chiste y es necesario que existan sitios o lugares en la red que definen “qué tiene quien”, es decir, los famosos “trackers”.

Así, el usuario estándar que busca descargar una película, por ejemplo, ingresa a los sitios mencionados y simplemente busca lo que necesita. Si lo encuentra en la base de datos del sitio, le aparecen las opciones para descargar el contenido, que se hace desde otro programa, genéricamente llamado “bittorrent client”, que, gracias al ingenio de los programadores, hacen que el sitio de donde se descargo la información del torrent no tenga el archivo, sino que se encuentre disperso en tal vez cientos o miles de PCs conectadas a la red que “comparten” estos contenidos. Bajo este esquema (conocido genéricamente con gnutella y redes P2P) no hay una central de archivos, todos los que bajan uno, a la vez lo están poniendo a disposición de todos…

Así, millones y millones de usuarios alrededor del mundo se hacen de contenido… pero, el detalle está en que no pagan por él. Hay una eterna y efímera discusión de si “torrentear” el último capítulo de tu serie favorita de televisión es piratería o no. Por otro lado, parece que todos estamos de acuerdo con el concepto de que descargar una película o un disco, sí es un acto de piratería porque no se cubre la “licencia de uso” del creador (la distribuidora o la disquera no recibe dinero) y, claro, al final, de los autores o creadores (aunque en este tema hay mucha controversia por las bajas regalías que reciben, por ejemplo, los músicos en general).

Uno de los sitios más famosos que se dedican a llevar el registro de estos torrents se llama “The Pirate Bay”, (o algo así como La Bahía Pirata) de origen sueco. Este sitio (como otros parecidos) no alberga ni un solo byte de los archivos que facilita al usuario… como ellos mismos dicen “Sólo los archivos torrent son guardados en el servidor. Esto significa que no guardamos material con copyright y/o sea ilegal. Por lo tanto no es posible responsabilizar a las personas detrás de The Pïrate Bay por el material que está siendo distribuido usando el tracker. Cualquier queja acerca de copyright y/o organizaciones lobbistas va a ser ridiculizado y publicado en el sitio”

Bien, pues desde hace años los creadores Peter Sunde, Fredrik Neij, Gottfrid Svartholm y Carl Lundström (todos suecos, por supuesto) fueron encontrados culpables del cargo de violación a las leyes de propiedad intelectual en su natal Suecia, recibiendo una condena de un año en la cárcel y una multa de unos 3.2 millones de dólares que exigen como pago las principales distribuidoras de material original.

Este último juicio que sólo duró 7 días concluyó apenas el pasado 17 de abril. La respuesta de los creadores fue inmediata: apelaremos. Ellos calculan que por lo menos se llevarán otros tres años resolviendo “el caso” ante las autoridades correspondientes en su país y, lo más interesante es que el sitio continuará funcionando… así es que, ¿quién ganó?

En general creo que nadie ganó. Desde hace años las distribuidoras de música y de películas comenzaron a detectar un cambio y baja en sus ventas. La llegada de tiendas como iTunes vino a confirmar que el cambio es inminente: en el futuro, dejaremos de adquirir de forma física las canciones y las películas que queramos. Así, el jugoso y muy lucrativo negocio de unas pocas empresas estará cambiando, modificándose todo el tiempo para pode adaptarse y entender las nuevas formas del consumidor.

Mientras todo esto pasa, por supuesto, existen millones de personas que descargamos material sin el correspondiente pago de derechos y parece que esto no terminará pronto. Por más y más esfuerzos desesperados que hacen las organizaciones de disqueras y distribuidoras de películas, los resultados son magros. Para muestra este juicio contra un sitio, pero por supuesto no el único en la red que se dedica a ofrecer este servicio.

¿Cuál es el futuro? Sin duda, interesante, pues la tecnología siempre ha rebasado a la legislación disponible y el usuario individual, el que desde su casa descarga una canción, nunca podrá ser sancionado por la ley. Vaya, habría que multar a millones y millones de personas…

Lo que me preocupa de todo este tema, en México por lo menos y por lo que he podido percibir, es que algunos sabemos que estamos bajando una canción sin el correspondiente pago de derechos, vaya, así lo entendemos y asimilamos. Pero mucha, pero mucha gente ni cuenta se da de la situación. Lo ven como lo más natural del mundo, “pues si sólo estoy bajando un archivo, ¿qué no son gratis?”. Eso es lo que en verdad preocupa, ¿no?

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