En nuestras modernas y agitadas vidas, muchos de nosotros nos enfocamos en gran medida en los compromisos laborales y familiares, lo que hace que parezca que nunca tengamos tiempo para divertirnos.
En algún lugar entre la infancia y la edad adulta dejamos de jugar. Cuando logramos tener un poco de tiempo libre, es más probable que lo pasemos frente a la televisión o computadora, en lugar de usarlo para otra clase de diversión rejuvenecedora como lo hacíamos cuando éramos niños.
Pero aunque seamos adultos, eso no significa que tengamos que tomarnos la vida tan en serio y sólo basarla en el trabajo. ¡También necesitamos jugar!
Jugar no es sólo esencial para los niños; puede ser una importante fuente de relajación y estimulación para los adultos también. Jugar con tu pareja, amigos o con compañeros de trabajo es una manera segura y divertida para alimentar tu imaginación, creatividad, habilidades de resolución de problemas y bienestar emocional.
El juego de adulto es un tiempo para olvidarnos del trabajo y de los compromisos, así como para ser social en una forma no estructurada y creativa. El propósito debe de ser enfocarse en el juego como una experiencia y no como un objetivo, y tampoco tiene que ser una actividad que vaya más allá de divertirnos.
Jugar puede ser simplemente compartir chistes con amigos, disfrazarnos para una fiesta, ir a dar un paseo en bicicleta o jugar videojuegos con nuestra pareja; esto último puede traer grandes beneficios a una relación, ya sea en el noviazgo o dentro de un matrimonio.
Jugar es crucial para el desarrollo de un niño, pero también es benéfico para personas de todas las edades, ya que puede agregar felicidad a tu vida, liberar estrés y conectarte mejor con las personas que te rodean.
Además, el juego es una de las herramientas más efectivas para mantener las relaciones en pareja frescas y emocionantes. Jugar juntos nos trae alegría, vitalidad y una mejor adaptación, además de curar resentimientos, desacuerdos y heridas sentimentales.
Al jugar de forma regular, aprendemos a confiar en la otra persona y a sentirnos seguros. Esto nos permite trabajar juntos, abrirnos a la intimidad y probar cosas nuevas. Al hacer un esfuerzo consciente para incorporar más humor y juego en tus interacciones diarias, puedes mejorar la calidad de tus relaciones amorosas.
Jugar y reír forman parte de un rol esencial en construir relaciones fuertes y sanas, ya que acerca más a las personas, crea un vínculo positivo y resuelve conflictos y desacuerdos. En nuevas relaciones, el juego y el humor puede ser una herramienta eficaz, no sólo para atraer a la otra persona, sino también para superar cualquier incomodidad o vergüenza que surja durante el proceso de conocer más a la otra persona.
El coqueteo es un buen ejemplo de cómo el juego y el humor se utilizan en las interacciones adultas. En las relaciones a largo plazo, el juego puede mantener la emoción fresca y vibrante, y profundiza la intimidad. También puede ayudar a superar las diferencias y las agravaciones diminutas que pueden acumularse con el tiempo.
La incorporación de más diversión y juego en la vida diaria puede mejorar la calidad de tus relaciones, así como tu estado de ánimo y las perspectivas. Incluso en los momentos más difíciles, alejarte de los problemas para jugar o reír puede lograr que te sientas mejor. Y es que realmente es cierto lo que dicen, que la risa es la mejor de las medicinas.
La risa te hace sentir bien y la buena sensación que se obtiene cuando se ríe y te diviertes, se mantiene por un buen rato. Esto nos ayuda a mantener una actitud positiva y optimista para situaciones difíciles, decepciones y pérdidas.
Nunca es demasiado tarde para desarrollar tu lado humorístico. Si limitas tu alegría, es posible que estés demasiado consciente y preocupado por cómo lucirás y sonarás con los demás cuando intentas ser alegre. El temor al rechazo, vergüenza o ridículo al tratar de ser bromista es un miedo comprensible. Los adultos a menudo se preocupan que los etiqueten de ser demasiado infantiles.
Pero ¿qué hay de malo en eso? Los niños son muy creativos, inventivos y están aprendiendo constantemente. ¿No te gustaría ser infantil, si esa es la definición? Recuerda que, como niño, eres naturalmente alegre y no te preocupas por las reacciones de las otras personas. Puedes recuperar tu niño interior mediante el establecimiento de tiempo de juego diario; cuanto más juegues, bromear y reír se vuelve más fácil.
Intenta limpiar tu horario por la tarde o por la noche, por ejemplo, y, después, apaga tu celular, la computadora u otros dispositivos. Date permiso de hacer lo que deseas en el momento que has asignado. Sé espontáneo y deja a un lado tus inhibiciones y prueba cosas divertidas o que no has hecho desde que eras niño. Verás que el cambio de ritmo en la vida diaria, te ayudará bastante a pensar de nuevas maneras.
Referencias: Psychology Today, The Frisky, KQED