Docenas de departamentos de policía en los Estados Unidos están empezando a usar un sofisticado pero controversial método para identificar personas o seguir a los sospechosos de algún crimen. Se trata de usar tecnología “biométrica” que podría mejorar la calidad y velocidad en algunas investigaciones. Sin embargo, parece ser que hay algunos peros usando este tipo de tecnología, particularmente si se trata de las libertades civiles y asuntos que tienen que ver con la privacidad de las personas.
La idea parte de usar un iPhone con un programa, una app llamada Mobile Offender Recognition and Information System o MORIS, que lo hace la empresa BI2 Technologies de Plymouth, Massachussetts. Se trata de un escáner de iris, el cual detecta un patrón único en los ojos de las personas y comparándolos contra una base de fotografías escaneadas de sospechosos, podría dar como resultado la captura o la identificación de las personas involucradas en un ilícito. Esta técnica parece ser más precisa que la que se obtiene con las huellas digitales, según el fabricante BI2.
Usando un iPhone, la app MORIS puede fotografiar la cara de la persona y buscar esa imagen a través de un software que busca un coincidencia que identifique a la persona fotografiada, que es una base de datos de registros criminales, manejada precisamente por BI2. Cada unidad cuesta unos 3000 dólares (supongo que incluye el iPhone).
Algunos expertos dicen que la policía podría estar escaneando a la población, usando técnicas potencialmente invasivas para buscar criminales, ofensores sexuales y personas ilegales en el país, pero el fabricante indica que hacer esto no es una labor sencilla para los oficiales de policía. Sean Mullin, CEO de BI2, dice que es difícil, más no imposible, fotografiar a alguien y obtener una imagen clara, utilizable, sin que la persona se entere, pues MORIS trabaja con imágenes muy cercanas. “Se requiere un nivel de cooperación con la persona que se intenta identificar. Esa persona sabe que usted está tomando una foto para este propósito“, dice Mullin.
Sin embargo, hay algunos que están en contra de esta tecnología, en parte porque dicen que el dispositivo puede escanear el rostro de algún individuo a unos cuatro pies de distancia (1.2 m aproximadamente), lo cual podría no darse cuenta el individuo fotografiado (eso suena exagerado, porque es a esa distancia y más, si queremos escanear el iris, la foto tiene que ser de frente, bueno, eso es lo que yo pienso). Así las cosas, los expertos dicen que antes de que el policía escaneé el iris, deberían tener la causa probable del crimen que se ha cometido. “Lo que no queremos es que esta herramienta se convierta en un vigilante general, en donde la policía empiece a usarlo rutinariamente con el público, adquiriendo información biométrica de personas inocentes“, dice Jay Stanley, analista senior.
La tecnología se está ya empleando para mantener la seguridad de los 1650 encarcelados en Plymouth, en donde se usa para impedir que el prisionero equivocado pueda salir libre. “Allá, todos visten overoles naranjas. Todos se ven iguales. Así que literalmente lo último que queremos que pase es que alguien equivocado deje la cárcel y esto puede hacerse comparando su iris con la base de datos“.
Uno de los primeros usos de esta tecnología empezó en el 2005 en BI2, el donde se ayudó a varias agencias a identificar niños perdidos o adultos en riesgo, por ejemplo, pacientes con Alzheimer. Desde entonces se ha usado para combatir los fraudes de identidad y podría potencialmente ser usado en los altos, cuando un conductor sin licencia está manejando o cuando las personas son cuestionadas en las fronteras de los Estados Unidos.
La tecnología tiene sus dificultades aún. Por ejemplo, algunos individuos en los Estados Unidos por error han perdido su licencia por supuesto fraude. El problema es que el software los ha reconocido como otras personas y los ha identificado falsamente. Más o menos unas 40 unidades en todo el país estarán usando MORIS, incluyendo la oficina del Sheriff del Condado Pinal en Arizona, así como otros oficiales en Hampton City, Virginia y el condado de Calhoun, en Alabama.
Fuente: Reuters