El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, afirmó en un acto público de febrero de 2013 que la impresión 3D tiene el potencial para revolucionar la forma como se hace casi todo. En definitiva, la opinión de este hombre fue sensata, pues la impresión 3D se perfila como el futuro de la producción a pequeña y gran escala, ¿pero realmente es tan benéfica para la sociedad?
También conocida como manufactura aditiva, la impresión 3D es un proceso en el que se fabrica un objeto tridimensional a partir de un modelo digital desarrollado en software de cómputo.
La impresora vierte el material plástico a través de un dosificador para generar un sinfín de capas que, al final, se volverá un producto completo, ya sea una taza, un muñeco o una pieza para ensamblar un automóvil completo.
Quien quiera iniciarse en este mundo, tendría que considerar estos pasos: se adquiere una impresora 3D que vale alrededor de 2 mil dólares; se lleva a casa e instala; se conoce su funcionamiento, que no es demasiado complejo y se adquiere el material para impresión conocido como ABS – que luce como un hilo grueso – por un precio de 48 dólares por carrete.
Teniendo todo esto, ¿qué sigue? Crear un mundo distinto, pues las posibilidades son infinitas.
Quienes tienen conocimientos de diseño 3D podrían tener listo al menos un archivo que se podría imprimir de inmediato, de lo contrario, se necesita encontrar a alguien que ayude con este proceso (en México ya hay algunas tiendas dedicadas a ello).
Uno puede producir diferentes cosas e imprimirlas, sin embargo, además de la auto exploración de las capacidades creativas, existe una posibilidad muy interesante para la manufactura de la nueva era.
Ya que las impresoras 3D hayan alcanzado un precio más accesible y estén presentes en hogares de todo el mundo, una tienda especializada podría ofrecer un catálogo en línea con todo tipo de productos, mismos que serían adquiridos por este mismo medio, o al menos los archivos necesarios para su impresión.
Se elige algo, se paga y, ya con el archivo en casa, se imprime. Más práctico, rápido y personalizable que cualquier compra que se pudiera realizar en un establecimiento físico.
La utilidad de esta tecnología no se limita al uso residencial. En todo el mundo se han conocido ejemplos de científicos que han acudido a la manufactura aditiva como un medio para crear diferentes tipos de prótesis para sustituir desde un brazo hasta un oído.
Tal es el caso del doctor en ingeniería mecánica Javier Munguía, quien es un mexicano que labora en la Universidad de Newcastle, Inglaterra, desarrollando réplicas de columna vertebral creadas con impresión 3D para apoyar a pacientes que han tenido problemas físicos, además de idear aparatos ortopédicos diversos hechos con la misma técnica.
Mientras que todo esto luce como algo sumamente práctico y casi utópico, la impresión 3D también tiene su lado negativo.
En los últimos meses han surgido al menos un par de casos donde la tecnología en cuestión se ha utilizado para crear armas de fuego que, después de algunas pruebas, lograron ser utilizadas con éxito para disparar misiles reales.
Recientemente el congreso de los Estados Unidos entró en una discusión para hacer algún tipo de modificación a la ley en torno al uso y posesión de armas de fuego, pues al ser completamente de plástico, las pistolas impresas en 3D son prácticamente indetectables por los sensores que se han creado hasta ahora.
A lo único que se llegó fue al requerimiento legal de incluir al menos una parte metálica en el arma plástica, de forma que ésta pueda ser hallada entre las prendas del portador. Sin embargo, esto no limita a un criminal que tenga la intención plena de violar la seguridad para crear un arma que sea totalmente indetectable.
De cualquier forma, la impresión 3D sigue siendo una opción prometedora para modificar completamente el panorama de la fabricación de productos de todo tipo, incluyendo los de tipo médico. Conforme se haga más asequible se podrá ver realmente cuál es el potencial de esta tecnología que, de una u otra forma, busca llegar a tantos hogares como sea posible.