El show mediático es simpático. En nuestro caso de la ciudad de México tendremos a Mancera, el jefe de gobierno de la capital mexicana apagando un interruptor gigante luego de haber repartido camisetas con el emblema de la hora de la Tierra a quien vaya a esa ceremonia que no es más que un simbolismo.
Sin embargo, aunque nos conocemos demasiado y ya sabemos que después del espectáculo -a la hora- nos olvidaremos de todo este asunto de darle un respiro al planeta, quizás sea interesante pensar en cambiar ciertos hábitos. Los datos muestran que en México gasta per cápita, 1533.2 Kg equivalentes de petróleo por año (datos del 2003). No somos el país que más gasta. Uno pensaría que los países altamente desarrollados tienen altos consumos por cabeza, pero para sorpresa de propios y extraños, Catar gasta 21,395.8 Kg de petróleo per cápita mientras que los Estados Unidos, que está en el lugar 10 del Mundo, gasta 7794.8 Kg de petróleo por cabeza, es decir, unas cinco veces más que nosotros. Los canadienses más o menos caen en cifras parecidas a los de los Estados Unidos.
Y aunque vivimos en un país tercermundista, o en vías de desarrollo -para que no suene tan feo- es claro que no sería mala idea bajarle a nuestro consumo energético. ¿Qué tal apagar la luz del cuarto del que salimos, o bien, no dejar la TV prendida nada más para que nos haga ruido? ¿Por qué no comprar focos ahorradores en la medida que los incadescentes se van fundiendo? ¿Qué tal reciclar más y consumir menos? Tal vez habría que considerar tener un calentador de agua solar en lugar del que usamos con gas… Habría que considerar en cuanto tiempo habremos recuperado la inversión de un gasto de esta naturaleza. En fin. Pero esto no es solamente una cuestión de actitud, sino aque además, nos puede permitir ahorrar unos pesos, muchos o pocos, todo depende de cómo cambiemos nuestros hábitos y hasta donde queramos llegar.
Yo no soy en general optimista sobre la manera en como los seres humanos usamos los recursos a nuestro alcance y el hecho de que cada vez la Tierra requiera de más y más energía para poder mantenerse funcionando habla de que estamos llegando al límite de la misma. La Hora de la Tierra no servirá de nada en términos reales y vamos, es una bonita farsa, pero si lo analizamos con cuidado quizás podamos poner un granito de arena día con día a gastar menos electricidad, a consumir menos recursos energéticos y esto, en el fondo, es mucho más poderoso que apagar simbólicamente un interruptor gigante para suponer que así ayudamos a nuestra Tierra.