Actualmente la tecnología es capaz de mejorarnos la vista, la audición, la fuerza hasta sustituir un órgano o una extremidad pérdida, pero pocas investigaciones en comparación se enfocan al sentido del olfato. Investigadores de la Universidad de California, Santa Barabara han desarrollado un detector de olores que imita el mecanismo biológico de los receptores olfativos de los perros por medio de la nanotecnología de microfluidos.
El acto de percibir sustancias químicas como olores era un misterio hasta hace poco, ya que a diferencia de la visión, el oído o el gusto, los olores no pueden ser medidos usando una escala como la que se usa para medir la longitud de onda de la luz o la frecuencia de sonidos, además de que se sabía poco acerca de las sustancias a las cuales el sistema olfatorio responde.
Actualmente se ha descubierto que existe un gran número de células receptoras diferentes, que posibilitan el reconocimiento de cerca de 500.000 tipos de moléculas olorosas. La superficie olfatoria de la nariz humana es de 5 cm cuadrados en comparación con el área olfativa del perro que es de 150 cm cuadrados. El número de células olfatorias del hombre es de 5 millones, en el perro puede llegar a 220 millones y en casos como el Bloohound es casi de 300 millones.
En lo que refiere al dispositivo este viene empaquetado en un microchip de silicio que combina la nanotecnología de microfluidos con la espectroscopia Raman. Para capturar e identificar los olores, este utiliza un canal 20 veces menor que el grosor de un cabello humano lleno de líquido que absorbe y concentra las moléculas para que interactúen con las nanopartículas que amplifican su firma espectral al ser excitadas por un láser, finalmente una base de datos de firmas espectrales identifica qué tipo de molécula ha sido capturada.
En el estudio se demostró que el dispositivo es tan sensible que detecta e identifica en moléculas a concentraciones de 1 ppb (partes por billón) o menos, todo esto en tiempo real. Logrando detectar moléculas en el aire de un químico llamado 2,4-dinitrotolueno, el vapor que emana del TNT o dinamita.
“Los perros siguen siendo el estándar de oro para la detección del olor de los explosivos. Pero al igual que una persona, un perro puede tener un buen día o mal día, se cansan o se distraen. Hemos desarrollado un dispositivo con la misma sensibilidad o mejor que la nariz de un perro,” explico Carl Meinhart profesor de ingeniería mecánica y responsable de la investigación.
“La clave de esta tecnología, se encuentra en la fusión de los principios de la ingeniería mecánica y la química”, agrego.
Las aplicaciones para esta tecnología sin duda son más que bastas, desde el diagnosticar de enfermedades, detección de narcóticos o explosivos hasta el envió de olores a distancia, imagina un smartphone que sea capaz de captar y enviar olores determinados, claro esto parece un poco lejano todavía pero seguramente se lograra.
Referencia: Analytical Chemistry