Las fotomultas, un invento del gobierno de Mancera en la Ciudad de México, se supone que sirven para salvar vidas. Al poner límites de velocidad en calles y avenidas (que ya existían), pero ahora vigilados por estos aparatos que toman fotografías a los automóviles y en el camino miden (o supuestamente lo hacen), la velocidad a la que van, permiten a la autoridad saber quién excedió el límite impuesto y por ende, emitir la multa correspondiente.
Los sistemas automáticos tienen sus pros y contras. Por una parte sí, es posible que a una mayoría de conductores que van más rápido que lo permitido en sus vehículos, puedan ser sancionados de manera efectiva. Los contras es que mucha gente no sabe o no cree que estos sistemas puedan medir con la supuesta precisión que dicen tener, si el exceso de velocidad del auto fotografiado es real o ficticio y además, los nuevos límites de velocidad son ridículos: 50 kms en avenidas como Insurgentes por ejemplo, significa ir a vuelta de rueda en muchos casos.
De acuerdo con esta página, que dice a la letra: “para la detección de vehículos a exceso de velocidad son empleados Radares de efecto Doppler de la marca Alemana Jenoptik GmbH, los cuales cuentan con antena multitracking, lo que permite medir múltiples vehículos con una misma antena contando con la identificación del carril sobre la que circulaba el vehículo infractor. Las vialidades que se encuentran dentro del programa “Destino Seguro” son monitoreadas tanto con Radares Fijos SD580 como con Radares Móviles CD, los cuales tienen las mismas características de operación” (y aunque no está claro si son los mismos usados en la Ciudad de México, probablemente tienen características similares).
Y agregan: “Ambos modelos de radar pueden realizar mediciones a cualquier hora del día, por lo cual de noche se cuenta con un flash para que la fotografía tenga la iluminación adecuada. Los radares pueden detectar hasta 2 vehículos por segundo en 3 carriles de circulación, las fotografías serán del vehículo que se aleja, es decir fotografías traseras, ya que en México la infracción se aplica al propietario del vehículo y no al conductor, de esta forma se logran grandes ventajas ya que la efectividad es mayor que en toma frontal”.
Pero el problema para la ciudadanía no es en sí la fotomulta, sino que parece ser simplemente una fuente de ingreso para el Gobierno capitalino, pues “la Tesorería capitalina“, ya que esperan que las fotomultas generen recursos por al menos mil millones de pesos, tan solo en el año 2018, para las arcas de la capital del país”. Y Emilio Barriga, Tesorero de la Ciudad de México declaró: “Si está contemplado en la ley de ingresos viene un monto estimado de recaudación por este concepto de las multas así como de los otros. Alrededor de mil millones de pesos”. Para decirlo pronto y mal: las fotomultas y los argumentos de que “salvan vidas” son un mero pretexto. Este esquema se ha convertido en simplemente un ingreso para el gobierno de la CDMX.
Y si después de estas declaraciones, salen a decir que el nuevo reglamento, los nuevos límites de velocidad y las fotomultas, salvan vidas y que no buscan el lucro y el abuso a los ciudadanos, bien podrían entonces cambiar las sanciones económicas por trabajo comunitario, por ejemplo. Pero eso no va a pasar, ya lo sabemos. Lo lamentable de todo este asunto es usar toda esta tecnología para hacer negocio, sacándole a los ciudadanos dinero de una nueva manera. Mucho ingenio de los gobernantes quizás, pero una sensibilidad política que está por los suelos, sin duda.